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El origen del realismo mágico

Gabriel García Márquez escribió el libro más famoso de realismo mágico: Cien años de soledad

Juan Vera, director del Teatro Castelar, en el estudio de Radio Elda SER / Cadena SER

Elda

Juan Vera, director del Teatro Castelar, bibliotecario y lector empedernido propone, cada lunes en el programa Hoy por Hoy Elda Vinalopó, lectura como actividad de ocio. El espacio de hoy lo hemos dedicado al origen del realismo mágico y a escritores precursores del género.

Como cada lunes, Vera invita a los oyentes a pasar por la Biblioteca Pública Alberto Navarro y preguntar por autores como Gabriel García Márquez, Wenceslao Fernández Flórez o Juan Rulfo.

Texto de Juan Vera: Fabular desde lo cotidiano

Juan Vera, director del Teatro Castelar, sobre los escritores precursores del realismo mágico

07:25

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Para acabar con esta serie dedicada al fondo de biblioteca, nada mejor que hacerlo hablando del llamado realismo mágico. Con este término, a veces equívoco, nos referimos al que quizás es el movimiento literario más representativo de la literatura en español de todo el siglo XX. Comienza su andadura a mediados de la primera centuria. Encontramos por primera vez el término realismo mágico en un artículo del crítico de arte alemán Franz Roh publicado en 1925 por la Revista de Occidente.

Más tarde, en torno a la década de los cincuenta, nos lo devuelve una expresión del escritor cubano Alejo Carpentier: lo real maravilloso. Con estas palabras introdujo Carpentier su novela El reino de este mundo (1949), una de las primeras obras adscritas al realismo mágico. Los autores de este movimiento pretendieron mostrar lo irreal y lo extraño como algo cotidiano.

Finalmente llega su explosión y época de mayor auge en los años 60 y 70, posiblemente con la publicación de la que podría ser la obra más conocida del movimiento, nos referimos a la novela de Gabriel García Márquez, “Cien años de soledad”. Pero no solo Márquez y el universo que creó en torno al lugar imaginario de Macondo conforman esta corriente literaria. Entre la nómina de autores que contribuyeron a formarla y darle entidad encontramos algunos tan conocidos como los siguientes:

Arturo Uslar Pietri: Las lanzas coloradas (1931)

Este escritor venezolano fue el primero en emplear el término «realismo mágico» dentro del ámbito literario. Y fue en su novela Las lanzas coloradas donde comenzó a ponerlo en práctica.

Miguel Ángel Asturias: El Señor Presidente (1933)

Este escritor guatemalteco, ganador del Premio Nobel en 1967, fue uno de los precursores del realismo mágico, como también de la denominada novela del dictador.

José de la Cuadra: Los Sangurimas (1934)

José de la Cuadra es el mejor exponente del realismo mágico de su país, Ecuador. Su novela Los Sangurimas es una lectura imprescindible para conocer el origen del realismo mágico de primera mano.

Wenceslao Fernández Flórez: El bosque animado (1943)

El escritor español Wenceslao Fernández Flórez con su obra El bosque animado escribe la que se considera la primera novela de realismo mágico española.

Alejo Carpentier: El reino de este mundo (1949)

El cubano Alejo Carpentier prefería denominarlo real maravilloso en lugar de realismo mágico. El reino de este mundo fue la primera novela en la que se describió la historia de América como una crónica de lo real maravilloso.

Rafael Sánchez Ferlosio: Industrias y andanzas de Alfanhuí (1951)

El novelista, ensayista, gramático y lingüista Rafael Sánchez Ferlosio publicó Industrias y andanzas de Alfanhuí, con la que hace una memorable incursión en el género.

Álvaro Cunqueiro: Merlín y familia (1955)

El gallego Álvaro Cunqueiro trasladó su fascinación por la mitología celta a sus novelas. Merlín y familia es otro de los primeros ejemplos de novelas de realismo mágico españolas.

Juan Rulfo: Pedro Páramo (1955)

Hablar de realismo mágico es hablar de Pedro Páramo, aunque a Juan Rulfo nunca le gustara ese término para definirla. Pedro Páramo es una de las mejores novelas de realismo mágico, además de una obra cumbre de la literatura universal.

Augusto Roa Bastos: Hijo de hombre (1960)

Hijo de hombre, la primera novela del escritor paraguayo Augusto Roa Bastos, sigue las características que posteriormente se asociaron al realismo mágico.

Carlos Fuentes: Aura (1962)

El mexicano Carlos Fuentes, además de escritor y diplomático, fue uno de los principales exponentes del boom latinoamericano. Publicó la novela corta Aura, una de sus obras más reconocidas, en 1962. Para muchos, es fantasía; para o tros, realismo mágico.

Gabriel García Márquez

Escritor, guionista, editor, periodista... Muchos de los sucesos de su vida, muchas de sus realidades, inspiraron su escritura. La aldea de Macondo es el lugar en donde transcurren historias como El coronel no tiene quien le escriba (1961), C ien años de soledad (1967), El otoño del patriarca (1975) o Crónica de una muerte anunciada (1981). Premio Nobel de Literatura en 1982.

Voz Juan Vera: Cien años de soledad, Gabriel García Márquez

Juan Vera pone voz a Cien años de soledad (Gabriel García Márquez)

03:15

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Pero hay muchos más:

Entre sus principales exponentes están el uruguayo Horacio Quiroga, con “Cuentos de la selva” , el brasileño Jorge Amado con su novela Doña Flor y sus dos maridos, Elena Garro con Los recuerdos del porvenir.

Algunos autores con obras emblemáticas del género son la cubano- estadounidense Mireya Robles con Hagiografía de Narcisa la Bella, Laura Esquivel con Como agua para chocolate y la chilena Isabel Allende con La casa de los espíritus, entre otros.

También el argentino Manuel Mujica Lainez, con Bomarzo (1962), y el ecuatoriano Demetrio Aguilera Malta, con Siete lunas y siete serpientes (1970), podrían incorporarse al grupo. Esta corriente no es exclusiva de Latinoamérica, aunque este continente esté considerado como su punto de origen y posterior desarrollo. En la literatura japonesa contemporánea, por ejemplo, Haruki Murakami es su exponente más reconocido.

 Algunas características del realismo mágico

—Los elementos que sorprenden al lector por su carácter fantástico son percibidos por los personajes, en cambio, como parte de su realidad cotidiana.

—Los sentidos cobran una importancia enorme al tejer la historia. Vemos y escuchamos lo que ocurre, pero también lo olemos, lo saboreamos e incluso lo palpamos.

—La magia tiene que ver con la necesidad de huir, puesto que muchas de las historias del realismo mágico suceden en espacios de pobreza y marginalidad.

Obviamente, este trabajo tan solo se encuentran unos breves apuntes que no agotan el inmenso caudal literario que supone el género, pero sí puede servir al lector como guía para explorar a su aire, una de las corrientes artísticas que más ha influido en el pensamiento universal de los últimos cien años.

Buenas lecturas y hasta la próxima.

 
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