'Aceptemos este verano atípico'

La Línea de la Concepción

Ya sabíamos que la temporada de verano que acaba de dar sus primeros coletazos se parecería muy poco a las anteriores, pero está claro que siempre hay gente que parece no estar dispuesta a aceptar lo inevitable, a pesar de que estamos hablando de una cuestión de salud pública.

Esta noche es San Juan y, con buen criterio, los ayuntamientos costeros han decidido suspender toda actividad lúdica en la playa para evitar aglomeraciones y, con ese fin, intensificarán la vigilancia en sus tramos de litoral. No hace falta ser muy lista para saber que, a pesar de que las playas permanecerán cerradas, dicha intensificación de la vigilancia no será baladí, pues es evidente que hay muchas personas a las que esto del coronavirus parece darles igual.

Tengo la agria sensación de que, para muchas personas, el hecho de poder ir a la playa o sentarse en la terraza de un bar es sinónimo de que todo ha vuelto a la normalidad y no es así. Es cierto que las restricciones a la movilidad han cesado, pero no entiendo el ansía por copar las playas, no respetar la distancia de seguridad, celebrar reuniones por encima de lo permitido en determinados establecimientos y hacer como que nada ha pasado. Porque sí ha pasado y mucho. Y España no es una excepción precisamente. Las mismas imágenes de París con motivo de la música que horrorizaron ayer al ministro de Sanidad, Salvador Illa, también me horrorizaron a mi y seguramente a muchos de ustedes. ¿Qué está pasando?

Suele decirse que la multitud tiene escasa memoria colectiva pero cuando esa falta de memoria afecta a la salud, mal vamos. Es obvio que la vida sigue, que hay que reactivar la economía, que hay que consumir, que no podemos estar encerrados hasta que llegue la ansiada vacuna o los tratamientos, pero con mesura, por favor. Cuanto más pequeña sea nuestra burbuja, más estaremos contribuyendo a que lo vivido en los meses atrás no se repita.

En un gesto muy sensato, Marruecos anunció ayer su decisión de suspender la Operación Paso del Estrecho, aunque eso no significa que los emigrantes no vayan a poder volver a su país cuando se abran las fronteras, algo para lo que todavía no hay fecha. Puedo entender que no debe ser una decisión fácil de digerir para todas esas personas que esperan cada año poder volver a abrazar a sus familiares, y también entiendo el impulso económico que la OPE supone para el Campo, pero es el momento de tomar decisiones prudentes, aunque no siempre fáciles. Llevemos esa máxima a nuestra pequeña burbuja individual.