Hambre de piel o lo que la tecnología no nos da
La Firma de Eva Calleja

"Hambre de piel o lo que la tecnología no nos da", la Firma de Eva Calleja
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Palencia
La pandemia nos ha dejado muchas cosas, entre otras, una forma diferente de afrontar nuestro día a día en relación con todas las herramientas tecnológicas con las que hemos convivido y que en muchos casos algunos han tenido que aprender a utilizar de forma urgente y hasta "acelerada".
El presidente de la Asociación Palentina de Empresarios de Tecnologías de la Información y Comunicación, APETIC, Julio César Miguel, analizaba este tema recientemente y afirmaba que se han sentado las bases para una digitalización total de la sociedad en diez años, un proceso imparable que ha acelerado la crisis sanitaria. A su juicio "en tres meses de confinamiento, la digitalización ha avanzado unos seis años". Y no seré yo quién diga que eso está mal, ni mucho menos, pero hemos de conseguir un equilibrio entre el uso de las "pantallas" y el imprescindible contacto directo con el "mundo real".
Un padre me decía el otro día "mis hijos no quieren salir a pasear", a lo que yo le contestaba "hace un día estupendo con sol y calorcito"... Y entonces me dijo algo tan lapidario e incontestable como triste: en el mundo virtual en el que juegan en su ordenador la temperatura es siempre la misma." Tan triste como real.
Cada día de estos últimos meses he vivido como mi hijo, un adolescente de 16 años, encendía su ordenador para asistir a clase mientras yo teletrabajaba. Y él aprendía pero echaba de menos el contacto directo y la relación con sus compañeros y yo trabajaba pero echaba de menos el contacto directo con mis clientes, mis alumnos... con la gente de forma general.
La educación es mucho más que adquirir conocimientos, es socialización, es aprender a relacionarse, es convivir, es compartir, es afrontar la resolución de conflictos, es aprender cosas tan o más importantes que las incluidas en los temarios como son: tolerancia, flexibilidad, adaptación o respeto a la diversidad.
Por eso es básico que la educación se desarrolle en las aulas, esas aulas en las que nos rodeamos de compañeras y compañeros que nos harán crecer como personas porque además de "alimentar" nuestro cerebro hemos de desarrollar y aprender a gestionar nuestra "inteligencia emocional" que al final, en la vida, será la responsable de gran parte de nuestro éxito en las relaciones personales y profesionales y que, en definitiva nos ayudará a ser " más o menos felices".
He pasado muchos años en las aulas, primero el cole, luego el instituto y después la universidad. He olvidado buena parte de lo que estudié pero tengo grabado a fuego lo vivido y compartido con las muchas personas que conocí durante estas etapas esenciales y que son responsables de que hoy sea quién soy y cómo soy.
El confinamiento y la actual "distancia social" nos ha privado de contacto físico, no hemos de acercarnos, tocarnos, besarnos, acariciarnos...y dicen los expertos que esto nos pasará factura ya que todos necesitamos diferentes niveles de afecto físico, es necesario algún tipo de contacto físico regular para nuestra salud y para nuestro bienestar general. Desde nuestro nacimiento, incluso antes, parece ser que desde el útero, el contacto físico juega un papel muy importante en el desarrollo de las neuronas.
Si se encuentra sintiéndose solo o deseando el afecto de amigos o seres queridos podría estar experimentando un fenómeno conocido como "hambre de piel". La piel es el órgano más grande y de más rápido crecimiento de nuestro cuerpo. Privarlo del contacto físico puede causar depresión, estrés y mala salud en general. La falta de contacto puede conducir también a trastornos de ansiedad, inmunodeficiencia y a varios tipos de trastornos del estado de ánimo. En los casos más graves, la falta prolongada de contacto físico puede causar problemas a largo plazo como la alexitimia, que es la incapacidad de interpretar o expresar las emociones adecuadamente.
Esta pandemia ha hecho que la forma de relacionarnos con los demás se haya modificado sustancialmente...el hecho de "tocar" al otro tiene un matiz muy diferente cuando la cercanía se interpreta como una "posible amenaza para nuestra salud" pero no olvidemos que seguimos necesitando el contacto físico con otros seres humanos.
Somos seres de piel y tenemos "hambre de piel".




