Política

Red Íncola atendió a 626 familias vallisoletanas durante el estado de alarma

Recibió el doble de solicitudes para cubrir necesidades básicas

Concentración para defender los derechos de los inmigrantes y los refugiados organizada por la Red Incola en Valladolid / AGENCIA ICAL

Valladolid

La Fundación Red Íncola aumentó del 30 por ciento de migrantes acogidos respecto al año anterior (principalmente procedentes de Colombia y Venezuela), durante el año 2019, mientras que durante el estado de alarma en los últimos meses atendieron a 626 familias, realizaron 1.100 acompañamientos telefónicos, y recibieron el doble de solicitudes de ayuda para cubrir necesidades básicas que en el mismo periodo del año precedentes. De esa forma, se vieron obligados a reforzar el servicio de alimentos y productos de higiene personal hasta prestar servicio a 224 personas en la ciudad en ese periodo, mientras que en todo 2019 atendieron a 276 personas.

El coordinador de Red Íncola, Eduardo Menchaca, señaló que durante el confinamiento han brindado apoyo jurídico a los usuarios, para “complementar otros servicios como la acogida, formación y empleo”, además de brindar “apoyo emocional y ayudas económicas”. De esa forma, según expuso en declaraciones recogidas por Ical, en los últimos tres meses han estado en contacto con 994 personas, ayudándolas en cuestiones como la traducción de documentos oficiales, por ejemplo.

“Viene una crisis social y económica muy fuerte, que afectará primero a los más excluidos. Ayer Oxfam decía que en Castilla y León habrá un 11 por ciento de incremento de la pobreza relativa, y que la Comunidad será tras Baleares la más afectada. Habrá un importante aumento de la desigualdad, que afectará de forma especial a las rentas más bajas, y el crecimiento del desempleo será asimétrico, de modo que los más pobres tendrán más perdida relativa de renta”, advirtió.

Menchaca expuso que las entidades sociales se han tenido que “reinventar” para “seguir apoyando a los colectivos con dificultades” para hacer frente a diferentes brechas, a nivel “económico, digital y cultural”. Desde el inicio del confinamiento, el equipo ha seguido estrechamente la educación de 110 menores a través de un canal de WhatsApp, además de facilitar once tabletas electrónicas y de realizar labores de mediación en 13 centros escolares, proponiendo actividades para el refuerzo diseñadas por los educadores y voluntarios.

En este periodo, se ha apoyado además la inserción laboral de 18 personas, la mayoría de ellas en el sector agrario, y cuatro en residencias de la tercera edad. En ese sentido, el presidente de la Fundación, Chus Landáburu, destacó que “las personas migrantes han estado al pie del cañón para hacer frente al coronavirus, ante la necesidad los migrantes han estado también en primera línea de batalla”.

Landáburu recordó que “mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”, y aseguró que son “conscientes” de la “compleja situación” que tendrán que afrontar en los próximos meses, si bien se mostró confiado en poder salir adelante ya que cuentan con grandes y pequeñas empresas implicadas, la experiencia de sus usuarios (a quienes definió como sus “mejores maestros”), y con el “compromiso por la justicia” de sus voluntarios. “Suponemos que las necesidades de financiación de las entidades del tercer sector aumentarán y ojalá se mantengan los fondos. Estamos convencidos de que la generosidad de nuestros colaboradores aumentará en la misma medida que nuestras necesidades”, sentenció.

En ese sentido, agradeció l a colaboración desinteresada de empresas y particulares, entre los cuales se refirió a la Fundación Alimerka, Fundación Santander, Leche Pascual, MAR SL, La Churrería de Rita, la escuela de moda Raquel Revuelta y EmpatronArte, el colegio Cristo Rey, Álvaro Fernández de Cadena 100, Confer, PP Franciscanos, la cofradía de la Santa Cruz Desnuda y más de medio centenar de donaciones particulares. “Las entidades sociales nos hemos tenido que reinventar para seguir apoyando a los colectivos con dificultades”, explicó Menchaca.

Además, según comentó, la situación actual ha derivado en un “descenso en picado” de las ofertas de empleo, que achacó a la “incertidumbre reinante”, mientras la demanda de oportunidades laborales sufría un gran incremento. El coordinador auguró que “a medio plazo” podría aumentar la demanda de trabajadores en el sector de los cuidados y, especialmente, en el empleo del hogar, algo que conlleva la “precarización de los empleos pero ofrece alternativas de trabajo” a la población que atienden.

“Nos está tocando adaptarnos y reinventarnos para seguir respondiendo a las necesidades que se van planteando, defendiendo cada día a las personas en situación de vulnerabilidad para que puedan disfrutar de una vida cada vez más digna”, señaló.

Balance 2019

Red Íncola está constituida por ocho instituciones religiosas y está abiertos al trabajo con otras instituciones. En la memoria de actividades de 2019 atendieron en acogida a 2.693 personas en Valladolid (5.461 en toda España) de 70 nacionalidades diferentes, y contaron con el trabajo de 102 voluntarios.

Gracias a su labor, 212 menores mejoraron sus competencias educativas, personales y sociales, en coordinación con 21 centros escolares, y se atendió a 277 familias con estudiantes a su cargo. En cuanto a la formación y empleo, se brindó orientación a 1.365 personas, con 165 inserciones laborales, y se formó a 268 personas. Y dentro del programa de voluntariado, que contó con 426 personas que ofrecieron su trabajo y ayuda desinteresadamente, se llegó a 1.936 alumnos a través de distintos talleres.

Tras la presentación de la memoria ofrecieron a los medios asistentes su testimonio dos de los usuarios de la red y una voluntaria del proyecto Café Soidario. Así, los colombianos Alejandra Moreno y Diego Tabares expusieron sus experienicas desde que decidieron emigrar a España en busca de una oportunidad para rehacer sus vidas. Ella, limpiadora de hogares y cuidadora de mayores, relató su experiencia durante el confinamiento, un tiempo que calificó de “bastante difícil a todos los niveles”, en el cual ha vivido con la “incertidumbre” de saber si cuando se supera la situación volverán a contar con ella en los hogares donde trabajaba, además de requerir la ayuda de la Red Íncola para pagar el alquiler y acceder a alimentos básicos. Él, por su parte, narró su experiencia laboral en España, donde ha sufrido dos ictus que le han alejado del difícil mercado laboral, y aseguró que “de no haber sido por Red Íncola lo hubiera pasado mucho peor”.

También brindó su testimonio la estudiante de medicina María Jolín, que se somó al proyecto Café Solidario y calificó la experiencia que ha tenido desde el pasado mes de octubre como “un gran descubrimiento”. “Acompañamos a gente sin hogar, que está en la calle, y es una situación que tenemos demasiado normalizada en la sociedad actual que muchas veces ni siquiera nos llama la atención. Durante el estado de alarma hemos mantenido el contacto por teléfono con la gente sin techo, para intentar ayudarles en esta situación de mayor sufrimiento y carga emocional. Estoy muy contenta y espero que estos proyectos puedan volver a su normalidad dentro de poco porque creo que la situación por la crisis económica y social que va a venir hará que más gente entre en una situación difícil y será muy necesario el acompañamiento”, señaló.

 
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