'Teletrabajo, cara o cruz'

Algeciras

La pandemia ha descubierto una actividad hasta ahora destinada a una minoría: el teletrabajo. Durante el confinamiento haber podido trabajar desde nuestros hogares ha servido para salvar, en cierta medida, la actividad de no pocas empresas y mantener muchos puestos de trabajo. No entraré ni en los ERTEs ni en la enorme cantidad de empleos que se han perdido a causa del covid-19.

La puerta para trasladar el despacho a nuestro salón ya está abierta pero habrá qué ver cómo se resuelve su regulación. De momento, la normativa al respecto ha comenzado a ser tramitada, aunque temo cómo ciertas empresas decidirán traducirla.

Yo he trabajado desde casa. Es lo que tiene ser periodista las 24 horas del día, sobre todo para prensa digital. No hay límites. Surge la noticia. En tu misma cocina puedes redactar la información que has conseguido minutos antes y publicarla inmediatamente gracias al sistema informático del medio. Después subirla a Facebook, Twiter y demás redes sociales. Si no se ponen horarios, límites, si no nos garantizamos la desconexión, mal vamos.

Y qué decir del gasto de luz, teléfono, ordenador, etc. Está claro que no todas las empresas podrán permitirse asumir todo eso y otras pueden ofrecer la ley de la selva. Tampoco hay que olvidar los intentos de "escaqueo".

Trabajar desde casa puede darnos cierto respiro pero, ¿qué quereis que os diga? Puestos a elegir, optaría por un teletrabajo parcial. Pisar la calle, la redacción, la oficina, el taller nos da vida y relaciones. Y ¡ojo con ciertas trampas empresariales! Ya sabemos eso de "o lo tomas o lo dejas". El mismo presidente de la CEOE, Garamendi, ya ha indicado que frente a condiciones "imposibles" no se descartaría externalizar el servicio contratando al personal en Brasil o Portugal. Ya tenemos desde hace años ejemplos en las empresas de telefonía.

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