Sociedad
REPORTAJE: ABUSOS SEXUALES EN CENTROS RELIGIOSOS

César, denunciante de abusos sexuales: "Sentíamos terror cuando veíamos la sotana por la noche"

César Apesteguía ha denunciado que sufrió abusos sexuales cuando tenía nueve años, a manos del entonces director del Colegio Diocesano del Puy de Estella

Reportaje: César, nuevo testimonio de abusos sexuales en centros religiosos (01/07/2020)

Reportaje: César, nuevo testimonio de abusos sexuales en centros religiosos (01/07/2020)

06:29

Compartir

El código iframe se ha copiado en el portapapeles

<iframe src="https://cadenaser.com/embed/audio/460/1593602946_698926/" width="100%" height="360" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>

Pamplona

El ayeguino César Apesteguía nos ha recibido en el salón del piso que comparte en el centro de Estella. Está acompañado por el presidente de la Asociación de Abusos Sexuales en Centros Religiosos de Navarra, Jesús Zudaire. Mientras nos preparamos para la entrevista, nos muestra el tatuaje que tiene en el brazo y que le identifica como "el General".

César fue un niño "mucho malo", como se describe a sí mismo. Pasó por varios colegios, pero recuerda su estancia en el Colegio Diocesano del Puy de Estella como una de las peores experiencias. Asegura que sufrieron malos tratos continuos y que el entonces director, José San Julián, abusó sexualmente de numerosos alumnos. César es la novena persona de Estella que denuncia haber sufrido abusos sexuales en el colegio, pero en Navarra se superan ya las cuarenta.

Apesteguía recuerda el terror que vivían cuando oían abrirse las puertas del dormitorio: "Este hombre era el director y a las noches venía al cuarto, que era una habitación larga con unas luces rojas. Cuando veías semejante monstruo, alto y delgado, pasabas mucho miedo. Un día te tocaba a ti y otro día a otro, pero a todos tocaba, ¿eh? A todos. Veías esa sotana y andaba tan despacico que se oía el 'clinc,clinc', la cojera que tenía. Cuando oías la puerta te echabas a temblar... A ver a quién le toca esta noche".

César asegura que, aunque había veces que se hacía el dormido con la esperanza de que le dejara en paz, la mayoría de ocasiones se defendió: "Cuando me metía la manica ya sabía que quería... Cuando sentía la mano, soltaba el brazo, y claro, luego me llamaba a dirección y me ponía... no eran tortas de un cuarto de hora. Luego te cogía la cabecica en el regazo y 'plas', te daba un tortazo".

Los abusos sexuales eran conocidos por todos en el centro: "Lo sabíamos todos. Después de desayunar contabas a ver a quién había tocado esa noche". Uno de los alumnos mayores decidió tomarse la venganza por su mano: "Había un chico que tenía hepatitis y este chaval [Ander, nombre ficticio] le llevaba la comida. El chico, que era más pequeño que nosotros, le contó que le metía mano por las noches. Ander le dijo, mira, esta noche te vas a meter tú en mi cama y yo en la tuya, y el chaval no quería por miedo, por represalias". Finalmente lo convencieron, y Ander se metió en la cama con una pala de madera a esperar a que el entonces director se acercara: "El primer viaje le pegó a la cama y la segunda le pegó a él". San Julián salió corriendo.

Tras este episodio se decidieron a denunciar, pero la Guardia Civil nunca registró dicha denuncia, que fue a parar al Arzobispado. El director fue trasladado a otro centro educativo argumentando que padecía una enfermedad mental.

César fue expulsado del colegio con doce años y durante toda su vida ha tenido este suceso escondido: "Yo he querido denunciar siempre, pero como tenía unos padres como tenía..., pasé, pasé". Tras años sin contarlo, volvió a recordarlo cuando salieron las primeras denuncias: "Cuando escuché la noticia en televisión de los abusos de los Romanones, ahí empezó a salirme toda esta mierda otra vez. Eso yo lo tenía olvidado ya".

Es cierto que sí se lo ha contado a sus amigos, pero no interpuso la denuncia hasta el pasado 14 de marzo: "Igual no se consigue nada, pero que se menee, que lo sepa todo el mundo".

Ahora quiere convencer a algunos de sus amigos para que también denuncien los abusos y malos tratos que sufrieron en ese colegio. Quiere explicarles que no tienen por qué tener miedo. Ya no.

Antes de marcharnos, nos recuerda que la aventura es lo mejor que tiene esta vida, y que hay que ir a por ella. Su testimonio termina con el último cigarrillo que le queda en la cajetilla y con un choque de codos de despedida.

 
  • Cadena SER

  •  
Programación
Cadena SER

Hoy por Hoy

Àngels Barceló

Comparte

Compartir desde el minuto: 00:00