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Alonso Cortada, 'El último hombre de piedra', un santanderino enamorado de Santiago de Compostela

Fallecido en plena pandemia, por fin, se ha podido celebrar un funeral en su recuerdo

Nuk López nos habla de 'El último hombre de piedra' , un santanderino fallecido en Santiago de Compostela (

Nuk López nos habla de 'El último hombre de piedra' , un santanderino fallecido en Santiago de Compostela (

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Santander

El pasado viernes, 10 de julio, la capilla das Ánimas en Santiago de Compostela acogió el funeral en recuerdo de Alonso Cortada, el cántabro que un día se enamoró de Compostela, donde había fallecido en abril. La pandemia, el estado de alarma y las restricciones derivadas de la crisis sanitaria impidieron darle la despedida que merecía, pero por fin, se pudo celebrar gracias al empeño de algunas de las mujeres que le acompañaron en los últimos años de su vida. Una de ellas es Nuk López, fotógrafa que le conoció cuando estudiaba en la Universidad de Santiago. “Era alguien muy afable, con el comencé a charlar. Era el hombre de piedra porque junto a otros 3 hombres que vivían en la calle editaban una especie de fanzine en el que contaban cómo era su vida, la publicación se llamaba ‘Los hombres de piedra’ y de ahí su apelativo” nos ha contado en Hoy por Hoy Cantabria.

Poco se sabe de su vida. “Era un enigma. Todos los que le conocíamos teníamos versiones diferentes, así que siempre quedará la duda de qué era verdad y qué no”, nos ha explicado Nuk.

En el relato común coinciden en que se fue muy joven de Santander y empezó a peregrinar. Acabó llegando a Santiago donde comenzaron sus problemas de salud y se quedó acompañado de su inseparable ‘Rubia’, una perrita que conoció en el camino y que ahora vive con Vera, otra de sus amigas. “La Rubia está viviendo un periodo de adaptación un poco complicado, echa de menos a Alonso, aulla y lo llama, pero ha tenido suerte porque está muy bien cuidada”.

Varices en el esófago y pérdida de la función cerebral a causa de un hígado que no era capaz de eliminar las toxinas de la sangre. El historial médico de Alonso Cortada mostraba una salud delicada. Esperaba un trasplante que no llegó a tiempo. Compartía piso y abonaba su parte con un dinero que cobraba cada mes. Él trabajó, pero en la capital gallega se hizo con una concha de vieira. Nunca pedía. Y era agradecido con los que le regalaban alguna moneda. Alcanzó el Obradoiro por la Vía de la Plata, se enamoró y nunca más se movió.

Nadie de su círculo íntimo iba a permitir que se quedase en una fosa común. Una cremación, sí. Las cenizas las tiene Chus Iglesias, “muy relacionada con colectivos en exclusión y que lo gestionó todo durante el confinamiento”. Ahora esperan que esas cenizas puedan venir a Santander “porque un hermano ya ha contactado con nosotros”.

El objetivo de Nuk ha captado la mirada “traviesa y enigmática” del errante que desprendía “compasión y melancolía”. La fotógrafa, que vive a caballo entre Compostela y Francia, ha plasmado su historia en un documental que ya está terminado y que espera su estreno, “El hombre de piedra”, será el homenaje póstumo a la figura de Alonso Cortada.

 
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