Lágrimas de impotencia: así vivieron la crisis del Covid las enfermeras del Hospital Severo Ochoa de Leganés
Profesionales del centro leganense han recordado los momentos más duros de la pandemia
Leganés
“He llorado de impotencia”, recuerda ahora Marivi Camacho, supervisora de la UCI del Hospital Universitario Severo Ochoa de Leganés, que todavía siente el sufrimiento como profesional por no poder “llegar a todos los pacientes” durante los momentos más duros de la pandemia en uno de los centros que más golpeado estuvo.
A su compañera Carmen Rodríguez, enfermera de quirófano, se le ha quedado marcada esa misma sensación de ver a enfermos “que se nos iban de las manos” además “sin poder hacer nada más”.
Esa situación de darlo todo y a pesar de eso no llegar es la que trasmiten las enfermeras del HUSO que han participado en un vídeo del Colegio Oficial de Enfermería de Madrid para que todos nos demos cuenta de la gravedad de esta enfermedad y del colapso que vivió nuestro sistema sanitario.
“Ha sido durísimo ver cómo la gente ha sufrido”, recalca Camacho, “una de las cosas más duras de mi vida”, añade Rodríguez.
Tatiana Neila, supervisora de quirófano en el hospital leganense, tiene ese mismo recuerdo del “sufrimiento de los pacientes que venían al hospital”, algo que comparte Nuria Santiago, enfermera de la UCI. “Sufrimos una avalancha de pacientes graves, muy malitos, en poco tiempo y, sin pensarlo, nos vimos desbordados” por una “enfermedad desconocida”.
"MIEDO DE LLEVARLO A CASA"
Después de los turnos interminables, del agobio de los EPIs, de la falta de medidas de seguridad al nivel del riesgo, de la muerte de los pacientes… llegaba el momento de volver a casa.
“Todo eso te lo llevas a casa, además con la incertidumbre de saber que estas expuesto”, recuerda Camacho, que asume que “las pocas horas que pasaba en casa no podía olvidarme” de lo que dejaba en el hospital. Hay que recordar que todos sufrieron la muerte de un compañero, el enfermero Esteban Peñarrubia.
También hay otra sensación común, la del orgullo de haber dado todo y más y de haber compartido esta crisis sanitaria con unos compañeros que, como ellas, se han dejado la piel por los leganenses.
Precisamente esto último es una espina clavada para Esther, que tras agradecer el apoyo de los vecinos, lamentaba que “no hay derecho a que su hospital no les haya atendido de una mejor manera”.