Música

Lo Etéreo se hace eterno

Eduardo Guerrero celebra el regreso a los escenarios con una apuesta por el arte puro de Cádiz

Un momento del espectáculo "Etéreo" de Eduardo Guerrero en el castillo de Santa Catalina / Cadena SER

Cádiz

Aquí y ahora. Sin planes a largo plazo. La vida es esto. Disfrutar del momento, aprovechar cada instante. Si el mundo se para, que nos coja bailando, cantando, riendo. Hay mucho de esta sensación en "Etéreo", el espectáculo con el que Eduardo Guerrero ha vuelto a los escenarios tras el confinamiento aceptando la invitación del Ayuntamiento de Cádiz para montar en pocas semanas una obra con otros nueve artistas gaditanos. Y el bailaor ha escenificado en dos horas esa reivindicación del instante.

En el castillo de Santa Catalina, fortaleza a la vera de la playa de La Caleta, hace calor. Es una de estas noches en las que muchos vecinos de Cádiz sacan a las sillas a la calle o se quedan en la playa hasta la madrugada sin mirar el reloj. Es la segunda noche del Festival Patrimonio Flamenco de Cádiz, tras el estreno el día anterior de Rosario Toledo. En el ambiente, hay ganas de arte, aunque tenga que respirarse a través de una mascarilla. Para muchos, es el primer espectáculo al que asisten desde que empezó la pandemia. También lo es para los artistas que se suben al tablao. Así que es una noche de calor y de nervios, casi la tensión de las primeras veces.

El Ayuntamiento de Cádiz invitó a Guerrero, como hizo con Rosario Toledo y María Moreno, a diseñar unos espectáculos con 30 artistas gaditanos (diez en cada uno) para adelantar el festival a su fecha habitual, que es en noviembre. La invitación fue hace escaso un mes, así que todo ha habido que montarlo en un tiempo récord. Guerrero ha llamado al suyo "Etéreo", en una declaración de intenciones de lo frágil de la situación actual. Todo tan sutil, que no se puede tocar, pero, al mismo tiempo, puede ser sublime.

"Etéreo" tiene voz de mujeres. Y qué mujeres. Anabel Rivera, Samara Montañez, Ana Polanco y Pilar Sierra Villar, una generación de excelentes cantaoras, de voces sentidas arraigadas en Cádiz, de profunda estirpe y enorme sabiduría. "Vivir sin mí ya es suficiente", se arrancan cantando las cuatro en un espectacular arranque.

Eduardo Guerrero se ha rodeado de dos brillantísimos guitarristas, el jerezano Javier Ibáñez y el chiclanero Juan José Alba, y de tres jóvenes bailaores también excepcionales. Alejandro Molina es el primero en lucirse solo, con chaqueta roja, al son de una soleares que comienza Samara y remata Polanco.

El hilo conductor son las voces de estas mujeres. A cada una le da su espacio, su momento. Al igual que a cada bailaor. La poderosa voz de Ana Polanco destaca en su versión por bulerías de la copla "Te lo juro yo", que sella con un beso al cielo en recuerdo a su tío El Pelón, y sobrecoge en una farruca de célebre letra "En Galicia una farruca lloraba amargamente". 

Pilar Sierra Villar homenajea a su abuelo Juan Villar con una reinterpretación de sus célebres tangos "Dímelo, dímelo". Hay mucha historia de Cádiz en su garganta. Anabel Rivera le sigue por tientos para que salga al escenario en solitario el ubriqueño Iván Orellana.

"Fuiste para mí monumento", se desgarra Samara Montañez, en uno de los momentos más bellos de la noche. Su voz cruza el aire con hondura mientras canta a la libertad y al fin de las quimeras. Sale solo después Alberto Sellés, otra estirpe continuada de arte. "Si algún día yo a ti te llamara y tú no vinieras", baila por siguiriyas.

Hasta ese momento, todo el espectáculo avanza sin desconexiones, es un engranaje perfecto, con mínimos desajustes totalmente justificables en un trabajo coreográfico montado en tan poco tiempo. El sonido, que ha tenido algún contratiempo previo, compensado por el impecable trabajo de los guitarristas, falla cuando Anabel Rivera se va a arrancar por rumbas. Las grandes se vienen arriba en las adversidades. Los guitarristas se levantan para acompañarla sin micrófono y ella canta a viva voz "Que no te voy a querer, ni te voy a mirar". El público, que ha estado comedido, compensa con breve pero intensa ovación su esfuerzo.

Aparecen los cuatro bailaores de blanco y negro. Llega el fin de fiesta por alegrías. Las cuatro voces gaditanas se vienen arriba por Cádiz. Cambian el blanco y negro por chaquetas toreras de colores. Para entonces la faena ya garantizaba recomepnsa, pero Guerrero termina de abrir la puerta grande. Lleva la chaqueta rosa para exhibir por cantes gaditanos el mensaje principal de esta obra efímera, etérea y volátil. Juega, ríe, se retuerce, toca la guitarra, acompaña, jalea... Es el mejor final posible. Una fiesta feliz para celebrar que en un momento tan inestable como este hay algo a lo que agarrarse: el flamenco de Cádiz, tan puro, que en esta noche de intenso calor ha dejado de ser etéreo para volverse eterno.

Pedro Espinosa

Pedro Espinosa

En Radio Cádiz desde 2001. Director de contenidos de la veterana emisora gaditana. Autor del podcast...

 
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