FADE constata una ocupación turística superior al 90% en el mes de agosto

Las cifras sobre la evolución de la campaña turística veraniega no deja de deparar buenas noticias en Asturias. La ocupación del sector se ha movido por encima del 90 por ciento, según el dato facilitado este jueves por la mesa de turismo de la Federación Asturiana de Empresarios (FADE). Este órgano de la patronal se muestra  orgulloso del resultado al tiempo que trata de librar al turismo regional del sambenito que vincula sus negocios con supuestos casos importados de coronavirus. Recuerdan que no hay un solo brote vinculado a sus negocios.

A simple vista ya teníamos la impresión de que Asturias ha estado “a tope” este verano, pero ahora los propios empresarios lo corroboran al asegurar que el índice de ocupación turística fue del 75 por ciento en julio y se ha movido entre el 90 y el 95 por ciento en agosto. Mención particular para el turismo rural que ha sido líder nacional en términos de ocupación. La  FADE se felicita y felicita a la administración.

Los viajeros han venido desde los sitios habituales –Madrid, País Vasco, Cataluña…-, pero la diferencia han sido la gran cantidad de asturianos que este año se han quedado a hacer turismo en casa.

Si hay que ponerle algún pero al verano ha sido el surgimiento de la turismo fobia, que sin fundamento, cree la portavoz del sector en FADE, Ana Soberón, trató de relacionar brotes de coronavirus con la llegada de visitantes foráneos. Asegura que los empresarios han hecho los deberes en lo relativo al cumplimiento de los protocolos de seguridad y recuerda que no se ha cerrado ni un solo alojamiento por casos de coronavirus.

El verano de récord se ha truncado no obstante en el oriente a raíz de la declaración de la alerta naranja en cinco municipios donde los empresarios turísticos han sufrido cancelaciones masivas para este septiembre. Saúl Pascual representa al sector en la comarca de los Picos de Europa y habla de cancelaciones de hasta el 60 por ciento en algunos hoteles. desde la declaración de la alerta, además los teléfonos han dejado de sonar, siquiera para pedir información.

Curiosamente éste ha sido el peor verano de su vida –así lo afirman- para agencias de viajes y guías turísticos, maniatados por la espantada del turismo extranjero y por las restricciones a unas actividades que trabajan con grupos, ahora proscritos por las reglas de la nueva normalidad.