Empate en el reencuentro con el Príncipe (28-28)

Aranda de Duero

Había pasado tanto tiempo que hasta se hacía raro. Otra vez en el Príncipe. Esta vez en pleno septiembre pero no para jugar el inicio de la Liga ASOBAL, sino el tercer test de una pretemporada tan rara como la situación de una competición que espera estrenarse la próxima semana, aún sin un protocolo claro de actuación.

El rival no era Anaitasuna, sino Torrelavega, pero bien pudo visualizarse un choque de nivel porque los cántabros no le perdieron la cara en ningún momento al partido, y fueron de menos a más. El Villa fue capaz de anteponer su calidad ante su rival, y dominó en el electrónico desde principio hasta casi el final, donde comenzó a cortocircuitar. Las rentas en los parciales, de dos o tres goles, fueron la tónica general del partido hasta esos minutos finales, en los que Torrelavega levantó el resultado para igualar al cuadro ribereño, que trató de reaccionar sin éxito para finalmente igualar en el electrónico. Empate (28-28) que puede ser lo de menos, porque en estos encuentros lo que verdaderamente priman son las sensaciones.

El resultado del protocolo de acceso al público, un éxito aunque haya que limar algunas asperezas. Toma de temperatura y gel en la entrada. Amplia distancia en la grada y mascarilla obligatoria. El aforo, limitado a 500 espectadores, por riguroso orden de llegada. No se cumplió el cupo; muchos no llegaron a enterarse en tan pocas horas de que había partido. En cualquier caso, nada tendrá que ver con el estreno en el Príncipe de un Villa de Aranda que ansía, como su afición, de volverse a sentir de ASOBAL.