No seamos faústicos

Córdoba

Lo bueno que tienen los cursos de verano es que contribuyen a plantearse preguntas sobre las que uno nunca reflexionaría fuera del periodo estival. Por ejemplo sobre el tiempo. Uno nunca tiene tiempo de reflexionar sobre el tiempo salvo en tiempo de verano, aunque casi siempre en términos meteorológicos. Ya ven que galimatías podemos generar. Sin embargo, según una añeja interpretación bíblica , a Adán le fue dado escoger entre la eternidad y el tiempo. Optar por el existir contemplativo e infinito, ajeno a cualquier inquietud o acontecer, o adentrarse en el conocimiento de las cosas, dentro de una limitación temporal, para construir libremente su propio destino. Y utilizar para ello el arma de la comprensión racional encaminada a mejorar las condiciones de su existencia.

A eso le llamamos ciencia prometeica en recuerdo de Prometeo, el Titán que robó el secreto del fuego a los dioses para dárselo a los hombres. Frente a este tipo de conocimiento se suele contraponer otro denominado fáustico – derivado del personaje de Goethe- que consiste más o menos en obtener esas condiciones placenteras de existencia… a costa de vender el alma al diablo.

La verdadera tesitura ante la que nos ha puesto la pandemia es la necesidad de abordar de forma racional y global las condiciones que han favorecido su aparición y rectificar la deriva de una manera de vivir y una economía que trae como consecuencia, entre otras cosas, el cambio climático, la contaminación de los océanos o los desplazamientos migratorios. No se trata de recuperar la vieja normalidad bajo un nuevo envoltorio. Se trata de aprovechar la coyuntura para sentar las bases de otra distinta. No vendamos el alma al diablo. Se trata de ser prometeico y evitar ser fáustico.