El brandy nuestro de cada día
La Galería del Jerez recientemente inaugurada, refleja fielmente la importancia que nuestro brandy tenía en la vida cotidiana de los españoles
Jerez de la Frontera
PAZ IVISON
Hace años que me hablaron de un “loco” riojano, coleccionista de todo lo que tenía que ver con el brandy, de Jerez, de Huelva, de Montilla, del Penedés, riojano… me pareció un curioso tema para elaborar un reportaje para la revista “Sibaritas” de mi amigo Pepe Peñín, y nos encaminamos a Logroño. A casa de Roberto Amillo. En la planta sótano había millones de objetos, cajas, discos, papeles… Era gran parte de lo que felizmente hoy se expone en la Galería del Jerez.
Quiero centrarme en esta crónica sólo en los objetos, carteles, anuncios, discos, etc… que hacen referencia al brandy de Jerez, en sus diferentes “acepciones” como coñac o cognac. Sin lugar a dudas, el espirituoso jerezano acaparaba todas las atenciones de los artistas, escritores, dibujantes, publicistas y creativos de la época. En toda esta “propaganda” –como se decía antes que llegara el marketing- palpita la idiosincrasia de un país y de sus preferencias bebestibles durante varias décadas del siglo pasado.
El brandy estaba presente en objetos de la más prosaica cotidianeidad, por ejemplo, un curioso costurero de “J. Argudo. Vinos y Cognacs” que contiene hilo, dedal y aguja dentro de una botella. Se ve que los creativos de aquellos años quisieron acercar el brandy al universo femenino (no debía ser muy habitual que los hombres cosieran dobladillos en aquellos años). Un “mensaje” realmente rompedor porque competía con el ya muy conocido slogan de “Soberano, es cosa de hombres”. Todo un atrevimiento del creativo de turno, sin duda. También dedicados a las señoras, pastilleros para llevar en el bolso de la firma “Edmundo Grant”, de El Puerto de Santa María; deliciosos espejitos de “M. Romero Fontán”; saleros y cucharas del “Marqués del Mérito”; preciosas y delicadas boquillas para labios femeninos, de “Vda de Lassaletta”…
Para equilibrar los géneros, encontramos maquinillas de afeitar y cuchillas en diminutos sobres patrocinadas por González Byass; gemelos de Pedro Domecq; pisacorbatas de “Felipe II”…
El uso de terminologías afrancesadas es un hecho constatable en la mayoria de los textos publicitarios. La preferida es la híbrida: coñac, con españolísima “eñe”. Otras veces encontramos la original, cognac, seguida además de la coletilla charentesa como es el caso de una curiosa botella de 1900 procedente de la bodega más antigua de Jerez de la Frontera, cuya etiqueta reza asi: “CZ. JM Rivero. Estilo Fine Champagne” .Encontramos asimismo certificados originales de registros de marcas españolas con la inclusión de esta terminología francesa, Cognac Fine Champagne, con todos los permisos y parabienes oficiales. Lógico, pues en aquellos años no existían las leyes reguladoras ni mucho menos la Denominación Brandy de Jerez.
Años de divertida anarquía publicitaria, aunque resulte políticamente incorrecto decirlo, que expresan el gran papel que el brandy tenía en la vida cotidiana de las familias españolas. Tanto es así que los pequeños de la casa eran utilizados como reclamos, ya que encontramos insólitos anuncios de bebés rollizos mostrando en sus manitas un biberón y diciendo: “El biberón de papá”: Hoy sería imposible, y estarían prohibidísimos como lo estarían también los autores de una importante campaña de Bobadilla 103, dirigida a la seguridad vial: “Automovilista: antes de emprender un viaje beba una copa de 103. No más. En las curvas sin visibilidad toque el claxon. Bobadilla y Compañía se adhiere a la campaña de la prudencia” . ¿Curioso, verdad?
Divertidas felicitaciones de Año Nuevo en las que se ve un niño que le tapa los ojos a su padre y le ofrece una copa de brandy: “Otro año de alegría para todos los hogares con brandy Príncipe” como ve, la expresión correcta de brandy también era utilizada. Niños, esposas, madres vestidas de Reyes Magos que portan copas de brandy en bandeja a sus maridos, o guapas señoritas abrazadas sensualmente a una copa diciendo “¿Yo? Valdespino”. Variados y cercanos, mensajes claros y directos. Eran otros tiempos… Se rifaban televisores y aspiradoras, se regalaban “discos sorpresas redondos” que compartían por una cara una canción de Nuria Feliú, cantada en catalán, y por la otra una sevillana de Romerito de Jerez. Y sin problema!!! Todo el mundo contento y feliz.
Otras “campañas” fueron realmente precursoras. Como las que apostaban por elaborar diferentes combinaciones con brandy, ellos las llamaban “coteles”. Encuentro un delicioso librillo de la firma CZ que aporta varias recetas de coteles todas ellas elaboradas con cognac viejísimo CZ, como el Cotel Rivero, o el Cotel Moderno con ginebra, jugo de naranja, huevo, limón y una copa de CZ. A tener en cuenta por la mixología del siglo XXI. También nos percatamos del tiempo que hace que se proponía tomar el brandy los días de calor con soda y hielo: “Voto a bríos. Con este calor el cognac de mi señor Felipe II con hielo y seltz es estupendo”.
Toros y leones, liebres y caballos, reinas, infantas y requetés, actores de ringorrango, escritores, cupletistas… Roger Moore, El Santo de los años 70, anunciaba Bobadilla 103 y Perico Chicote posaba años antes para González Byass con una copa de Soberano en la mano: “El descanso de Perico”.
Me llamó poderosamente la atención un anunció de Bobadilla 103 que dadas las circunstancias, parece rabiosamente actual. Véase: “La Gripe acecha. Un arma bien dirigida Brandy 103. Defiéndase con 103”. No tiene desperdicio porque incluye un chino como objeto acechante del que hay que protegerse. ¡Qué cosas!