Un comandante en San Marcelo

León

Al alcalde de León, José Antonio Díez, le gusta la bronca política más que a un tonto una tiza. El problema es que a los ciudadanos de este municipio sus salidas de pata de banco no nos reportan bienestar alguno. Convertir el Ayuntamiento de León en un cuartel patriótico para favorecer su cruzada particular es un fraude democrático y un engaño a sus electores.

Claro que hay acumuladas lagunas de desgobierno y recortes en los servicios públicos (la educación, la sanidad y los servicios sociales) en los que la derecha que gobierna esta comunidad desde hace más de 30 años le pone una sensibilidad escasa. Pero la gravedad de la pandemia debería aparcar las navajas dialécticas para cuando el mal se haya ido. Y en eso deben estar incluidos los alcaldes de Valladolid y León, dos voceros de diseño a los que les interesa menos la salud del municipio que su carrera política.

Nada hay más fácil para quien lo ejerce, ni más baldío en reportes a la comunidad que practicar la confrontación permanente con un enemigo exterior al que achacar el origen de todos o casi todos “nuestros males”. Es la hoja de ruta de todo nacionalista o populista que se precie, se llame Torra, Puigdemont, Morano, Ayuso o Díez.

Cuestionar, sin otros argumentos que la mera descalificación, las medidas restrictivas que toman de los responsables sanitarios ante el avance de la pandemia es jugar gravemente con la salud de los convecinos. Es favorecer el negacionismo, la desobediencia de una buena parte de la sociedad.

La llegada del Covid-19 le ha cortado a Díez la carrera personal diseñada para tratar de convertirse en el mesías de un reino que se inventó tras los dos fracasos orgánicos en los que pretendía la dirección de los socialistas leoneses. No tenemos suerte con los alcaldes en esta ciudad. O se los lleva la niebla. O se convierten en apestados de sus organizaciones. O simplemente son tontos de remate.

Ni siquiera, en estos complicados tiempos, podemos dormir tranquilos con este nuevo inquilino que comanda la ciudad desde la Plaza de San Marcelo.