"Estoy seguro de que en Cádiz hay más sarcófagos fenicios"
El director del Museo de Cádiz hace 40 años, Ramón Corzo, rememora el hallazgo de una pieza esencial de la arqueología
Cádiz
El 26 de septiembre de 1980 sonó el teléfono en el Museo de Cádiz. Acababan de pasar las dos de la tarde y los trabajadores estaban a punto de irse a casa para disfrutar del fin de semana. Era viernes. La llamada avisaba de un hallazgo arqueológico. Unos huesos en un solar en la calle Ruiz de Alda, la actual calle Parlamento. El entonces director del museo, Ramón Corzo, pospuso su visita al hallazgo al lunes. No sabía entonces que estaba posponiendo el descubrimiento de una de las piezas arqueológicas más importantes de la historia gaditana: el sarcófago antropoide femenino de origen fenicio, el segundo aparecido en la ciudad tras el masculino hallado en la Punta de Vaca en 1887. Este segundo descubrimiento siempre ha estado envuelto en la leyenda. No en vano apareció justo bajo los cimientos del chalé que se había construido el arqueólogo Pelayo Quintero, el hombre que siempre soñó con encontrarse un sarcófago como este. 40 años después Ramón Corzo recuerda para Radio Cádiz cómo fueron aquellos frenéticos días. Y detalla todo lo queda por saber, que es mucho, de esta pieza, tras cuatro décadas de investigaciones. La Dama de Cádiz, como se la bautizó entonces por su similitud con la Dama de Elche, todavía tiene muchas cosas que decir.
Reportaje: La llamada que cambió la arqueología en Cádiz
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Pregunta. ¿Recuerda cómo fue aquella llamada del 26 de septiembre?
R. Me acuerdo perfectamente. Era una obra en la que estábamos haciendo un control arqueológico por los movimientos de tierra que iba a tener. La máquina había prácticamente terminado de excavar. Y un viernes, a última hora, desmontando los cimientos del chalé que había allí en ese solar, arrastró unas piedras y descubrieron un agujerito en el que el conductor de la máquina (el capataz Rafael Gutiérrez Camacho) pudo ver los restos de un cráneo. Me llamaron y yo pedí que lo taparan porque a esas horas ya no se podía excavar con garantía. Quedamos el lunes muy temprano para continuar y, cuando llegamos, pues ya el maquinista había vuelto a limpiar la zona y a dejarlo en condiciones para continuar excavando. Y el maquinista, en cuanto llegué, me lo dijo: "Don Ramón, esta es la guapísima". Y yo le pregunté que cómo podía saber si era hombre o mujer y que, además, era guapísima, solo por el cráneo. Y que ya ahí había descubierto la tapa del sarcófago quitando la arena.
P. ¿Entonces la máquina llegó a quitar la tapa del sarcófago y por eso lo primero que se vio fue el cráneo?
R. Claro, las uñas de la excavadora estaban arrancando toda la cimentación del chalet que había encima. Y el maquinista, al retirar todo esos escombros, se creyó que seguía retirando la cimentación de la casa, pero lo que estaba retirando era la tapa del sarcófago antropoide.
P. ¿Y en esa llamada del viernes avisando de un cráneo era imposible prever lo que finalmente se encontró?
R. Claro, ten en cuenta que era un solar de una extensión muy grande, con unos dos mil y pico metros cuadrados, y llevábamos varios meses de vigilancia de tierra en ese solar. Y no había aparecido prácticamente nada. Era un sitio donde no había ningún precedente que nos permitiese presagiar que allí había algún tipo de enterramiento. Y ya lo que se estaba haciendo era terminar la excavación tirando los cimientos de ese chalecito que quedaba en uno de los extremos de solar. La casualidad quiso que el sarcófago estuviese justo en la base de esos cimientos.
P. ¿Y cuando se dio cuenta de la importancia del hallazgo?
R. En el mismo momento en que llego al solar y el maquinista me avisó de que había algo más. Bajé, vi lo que había, solo se veía la cara del sarcófago femenino y ya, inmediatamente, avisé al equipo de colaboradores que yo tenía entonces. Empezamos el trabajo de limpieza, de excavación de todo aquello en seguida.
P. ¿Y cuál fue la prioridad en ese momento?
R. Excavar con todas las garantías y rescatar todo con el mayor cuidado y atención posibles. Había que reunir todos los datos para documentar el hallazgo.
P. ¿Y cuándo y por qué se decidió trasladarlo al Museo de Cádiz?
R. Sobre la marcha sabíamos que no era razonable excavar si quiera el sarcófago en el solar, sino que lo más conveniente era llevarlo al museo. El museo no tenía una dotación técnica muy buena entonces, pero sí mayor garantía de tranquilidad. Lo que hicimos fue rellenar el sarcófago de arena limpia que había en el solar, limpiar la tapa del sarcófago y todos los fragmentos de la cubierta. Después se hizo la extracción de la caja para llevarla al museo para hacerlo con todas las garantías. Fueron tres días lo que se tardó en llevarlo al museo y más de un mes en excavarlo todo.
P. Ya cuando llegó el sarcófago al Museo todo Cádiz sabía del hallazgo porque de él había dado buena cuenta la prensa. Y el traslado fue un acontecimiento. ¿Cómo lo recuerda?
R. Sí, fue un acontecimiento (se ríe). Es que hacía mucho tiempo que se no excavaba en Cádiz, que había grandes noticias arqueológicas. Mi equipo y yo en el Museo habíamos empezado a controlar y hacer seguimiento de todo los movimientos de tierra para rescatar todo lo que apareciera. Entonces no existía la legislación que se tardó aún en aprobar cinco años, con la ley de patrimonio histórico que después se ha ido ampliando y modificando posteriormente. De manera que entonces, con un apoyo más débil, lo que hacíamos era intervenir y estar presente y controlar todos los movimientos de tierra en los solares. Entonces se habían hecho algunas intervenciones en otros solares, habían aparecido enterramientos circulares y ya había una cierta sensibilidad sobre todo esto. La prensa se interesó mucho y yo recuerdo, sobre todo, a Agustín Merello, de Diario de Cádiz, con el que terminé teniendo una gran amistad. Y venía a diario a ver lo que estábamos haciendo. Ese mismo día, ese mismo lunes en que empezamos a excavar, pues ya había prensa y seguimos minuto a minuto todo ese proceso, que fue apareciendo en los medios. Interesó muchísimo a todo el mundo. Toda Cádiz estuvo pendiente de aquel trabajo.
P. Y, por eso, hubo tanta expectación...
R. Claro, en la valla que era muy grande se agolpaba muchísima gente viendo lo que estábamos haciendo allí y el rescate del sarcófago.
P. Una de las cosas más llamativas de este hallazgo en el lugar de su descubrimiento. Un solar muy grande, en medio de arena de duna, donde no había ningún otro resto arqueológico, y justo bajo o muy cerca de los cimientos de un chalet. ¿Qué tesis maneja usted sobre el porqué de esta ubicación?
R. Precisamente la idea de los que utilizaban este tipo de enterramientos en época fenicia era conseguir el mayor aislamiento para los restos de las personas que se enterraban así. El sarcófago fenicio antropoide, como el que apareció en Cádiz y los ciento y pico hallados en Fenicia, y alguno más que hay en el Mediterráneo, son testimonio de una simbiosis cultural y religiosa con el mundo egipcio, concretamente, de los reyes fenicios de Sidón, que empezaron a usar esos enterramientos. Tomaron sarcófagos egipcios, los traían de allí para enterrarse ellos. Hay algunos en el Louvre, otros en Estambul... Y en esos sarcófagos se advierte de que caiga la maldición sobre los que alteren esos enterramientos porque ellos tenían esa creencia de que era necesaria la conservación de los restos y su descanso, con el cadáver momificado para conesguir la recuperación de la vida de aquel que se enterraba. Por eso la idea era colocar el sarcófago en un lugar oculto, que nadie fuera a alterar. Por eso, este sarcófago está en un lugar aislado, al igual que el primero, el masculino, apareció en Punta del Vaca, en lugares donde no había otros enterramientos y cubiertos de arena sin ningún objeto externo.
P. Pero usted sabe de la leyenda creada en torno a la enorme casualidad que aquel chalet era de Pelayo Quintero, un arqueólogo que siempre buscó ese segundo sarcófago y, finalmente, estaba prácticamente bajo su casa.
R. Lo más curioso de todo esto es que Pelayo Quintero, que fue el arqueólogo de la necrópolis de Cádiz a comienzos del siglo XX, se construyó ese chalecito en esas parcelas porque él era también arquitecto. Él se lo construyó y lo llamó La Quinta. Y fue, por tanto, el que se quedó con los cimientos a un palmo de la cubierta del sarcófago. Es una de esas casualidades de la historia que resultan realmente curiosas y que dan lugar a muchas elucubraciones. Evidentemente, el bueno de Pelayo Quintero, que en las memorias de sus excavaciones dijo que esperaba encontrar un nuevo sarcófago antropoide, se quedó al límite de haber cumplido ese sueño de hallarlo él mismo.
P. ¿Qué supuso para el Museo de Cádiz y para la arqueología gaditana encontrar aquel sarcófago?
R. Fue muy importante. En ese momento, hacía año y medio que estábamos haciendo excavaciones, encontrando muchos enterramientos y estábamos en el proceso de transformación del museo de Cádiz porque el Ministerio de Cultura acababa de encargar un nuevo proyecto de renovación y museográfico nuevo, que, fíjese, en todos estos años, no se ha podido hacer realidad íntegramente. Es algo que no se ha podido concluir aún. La aparición del sarcófago femenino fue un impulso excepcional, igual que lo fue antes el masculino. Porque en el siglo XIX supuso la creación del museo arqueológico, al obtenerse el reconocimiento mundial de la ciudad de Cádiz. Y el femenino, en los ochenta, refrendó ese reconocimiento universal de la importancia y trascedencia de la arqueología gaditana. Eso aceleró todo el proceso de obra.
P. Al poco tiempo apareció al Teatro Romano en un año especialmente importante para la arqueología de la provincia.
R. Sí, casi fue al mismo tiempo. No teníamos muchos medios económicos, pero tuve la suerte de contar un equipo extraordinario de colaboradores, de estudiantes, de historiadores... Muchos de ellos han seguido la profesión y se han hecho arqueólogos. Yo, en ese momento, era profesor en la facultad y pudimos trabajar en excavaciones. En ese momento, en el Pópulo estábamos trabajando en la calle Silencio, donde se había hecho la expropiación de unas fincas para recuperar la alcazaba medieval, el castillo de la villa. Lo que no podíamos esperar entonces es que en ese solar diéramos con un pozo que bajaba hasta una galería, que pudimos descubrir que era la galería de servicio de un teatro romano. Y eso fue casi en los mismos días que apareció el sarcófago fenicio. Fue otro campanazo, como ya lo había sido el descubrimiento en Baelo Claudia de la estatua con la cabeza deTrajano, que había aparecido ese mismo verano. Los arqueólogos franceses se la habían llevado a Madrid a la casa de Velázquez para su estudio y yo tuve que ir a recogerla de allí.
P. ¿Usted mismo?
R. Sí, sí. Quizá fue cosas de la juventud. Hoy quizá no me atrevería. Porque yo cogí un coche de la policía, tras hablar con el comisario de Cádiz, y me fui a Madrid en una patrulla y me traje en el maletero la cabeza de Trajano.
P. ¿Porque los franceses se quedaban esa cabeza?
R. Bueno, ellos decían que la iban a estudiar, que tal... pero yo pensé que si esos señores querían estudiarla se tenían que venir a Cádiz. Me dijeron que tenía la razón, pero entonces no había medios para hacerlo. Y por lo que opté fue por coger un coche de policía para recuperarla. La trajimos y la cabeza de Trajano estuvo presidiendo la sala que habilitamos para limpiar el interior del sarcófago. Eso fue una sucesión de hallazgos excepcionales. Para todos fueron momentos muy recordados y, a partir de esa fecha, empezaron a entrar en el museo de terracotas, piezas fenicias de La Caleta que tenían submarinistas en sus casas y que empezaron a donarlas... Todo aquello animó a la arqueología y para recuperar otras piezas que, aunque no eran tan importantes, sí lo fueron para el Museo.
P. La investigación sobre el sarcófago aún no ha concluido. Estamos pendientes de que se presente el resultado de la investigación de la Universidad de Cádiz sobre los huesos hallados dentro que pueden confirmar lo que ya avanzó hace algunos años Antonio Álvarez de que, en realidad, dentro del sarcófago había un hombre y no una mujer.
R. Esa es la deducción a la que llegó Antonio Álvarez, una deducción singular que puede parecer algo sorprendente pero que hay que interpretar algo de la realidad de la arqueología. Los sarcófagos antropoides con esa labra de un rostro en la cubierta tenía la misión de ser enfrentado a la momia en el momento de la deposición del cadáver para que pudiera reconocerse siempre el espíritu de ese ser el lugar donde fue enterrado. Así se concebía en Egipto. Podemos pensar que, a lo mejor, hubo unos fenicios con un poder suficientemente grande para poder encargar estos sarcófagos, que se hacían en el Mediterráneo oriental. Están hechos por artistas griegos, que es otro de los grandes valores de los sarcófagos gaditanos. Que son los únicos originales, de escultura griega antigua, que tenemos en España. Están hechos por los mejores escultores, contratados por los fenicios. No son hechos en Egipto por egipcios, sino por griegos. Se puede pensar que fueron encargados para un enterramiento femenino, pero que, por circunstancias, hubo un personaje masculino al que decidieron enterrar ahí. Lo curioso es que se suscitó entonces la necesidad de estudiar los restos el sarcófago masculino. Los conseguimos localizar en los almacenes, porque se habían intercambiado por otros mejores conservados. Localizamos los auténticos y el estudio que hizo Antonio Álvarez parecían indicar que eran de una mujer. Todo eso es necesario ahora afinarlo. Porque 40 años después se puede hacer con más seguridad, y servirnos de nuevas técnicas de ADN. La suerte es que tenemos los restos bien conservados.
P. ¿Ve factible que pueda aparecer un tercer sarcófago?
R. Factible es. Yo estoy seguro que de hay más. Piense que los dos sarcófagos de Cádiz, desde el punto de vista de la Historia del Arte, deben proceder de un mismo taller. La labra del peinado es muy similar. Pero el estilo tiene diferencias significativas. Y podemos asegurar que el femenino debe ser del 480 antes de Cristo, y que el masculino debe de ser del 420. Es decir, unos 60 años de diferencia. Pero hubo una relación con este taller y Cádiz. Y lo normal es que no se hicieran dos sarcófagos sino que se hicieran más y que llegaran más. En ese momento, hubo algunos chicos que nos hablaron de que habían visto la tapa de un sarcófago muy parecida debajo de los bloques de Santa María del Mar. Y allí que fuimos a buscarla durante varios días, pero no encontramos nada. Pero no me extrañaría que exista. Incluso hay una idea que no se ha podido comprobar y es que hay en el Metropolitano Nueva York un sarcófago, el más parecido a los de Cádiz, procedente de una colección de antigüedades. Nadie sabe cuál es su origen, viene de ese mercado de antigüedades. No sería imposible que fuera hallado en Cádiz y que llegara a Nueva York por el tráfico de antigüedades, porque es muy probable que hubiesen llegado al menos una docena de sarcófagos.
P. ¿Y qué otros grandes hallazgos arqueológicos aguardan a Cádiz?
R. Tenemos un panorama de conservación del Cádiz antiguo muy alterado por los fenómenos naturales. Hemos comprobado que las excavaciones existentes de la ciudad eran más extensas al Oeste y la erosión marina las ha destruido. El Cádiz romano queda poco por recuperar, pero el fenicio fundando el 1.100 antes de Cirsto, que ocupa el centro de la ciudad: San Antonio, Mina, hasta La Caleta sí es un área en la que pueden existir aún restos arqueológicos importantes, y que esto, el hecho de que se fundara en el 1.104 antes de Cristo, se pudiera comprobar con edificiones para mostrar el centro político y administrativo.
Pedro Espinosa
En Radio Cádiz desde 2001. Director de contenidos de la veterana emisora gaditana. Autor del podcast...