Un poco harto de la teoría de los abrazos

Palma

De vez en cuando tienen que permitirme que me exprese sin miramientos, sin respeto a las razones ni siquiera a las convenciones.

Tiene que haber un hueco para los exabruptos, y hoy es uno de esos días.

Francamente, estoy un poco harto de la teoría de los abrazos.

Casi la mitad de los muertos por coronavirus de Balears estaban ingresados en residencias de la tercera edad, esto es un dato.

Ahora bien, cuando un experto predica que los españoles nos abrazamos mucho y que estamos pagando estas muestras de afecto en contagios del coronavirus, no me parece serio.

Ignoro si la teoría de los abrazos tiene validez científica, porque no es menos absurda que un planeta esférico donde la mitad de la gente anda de cabeza.

También es verdad que la llamada navaja de Occam nos obliga a elegir la solución más sencilla entre las posibles.

Ahora bien, la teoría del exceso mortal de abrazos parece demasiado simple, tiene que haber otros factores para explicar la implantación del coronavirus en nuestras geografías.

Y no lo digo solo porque llevo seis meses sin abrazar a casi nadie, igual que usted.