Fútbol
4/4/2

Debe ser difícil ver cómo pasa el tiempo sin que pase el tiempo

La opinión de Óscar Herrera

Óscar Herrera / Cadena SER

Tenerife

Debe ser difícil ver cómo pasa el tiempo sin que pase el tiempo. Dentro de nuestra percepción del espacio temporal nuestras emociones juegan un papel fundamental. Cuando tenemos ansiedad, por ejemplo, es generalmente porque tenemos la sensación de que no nos va a dar tiempo de hacer algo importante. O cuando estamos excitados esperando un acontecimiento relevante, el tiempo nos pasará muy lentamente hasta que llegue el momento esperado. A Borja Lasso le tiene que haber sucedido algo parecido en su reloj biológico interno. Los meses que lleva sin poder saltar a un terreno de juego se le estarán haciendo interminables, pero al mismo tiempo tendrá el temor de que se le está escapando de las manos un tiempo valioso dentro de la ya de por sí exigua carrera de un futbolista. Sin embargo, este jet-lag que sufrirá cuando vuelva a jugar será pasajero, y su fortaleza anímica junto con sus ansias por jugar harán que sincronice pronto su reloj cognitivo y que deje atrás ese tiempo pasado que, en este caso, nunca fue mejor. Para un profesional que ama su actividad estar parado más de lo debido es una prueba de resistencia mental. Resiliencia lo llaman. Seguro que el sevillano habrá padecido momentos de debilidad o flaqueza, pero estos habrán sido superados por su afán de recuperación, su anhelo por volver y habrá fabricado unos cimientos en su cerebro en los que tendrá ya cicatrizadas las heridas morales de su lesión.

Se vislumbra próxima su vuelta a los campos y poder disfrutar él del balón y nosotros de su talento y magia, esa que pone al servicio de este deporte cual prestidigitador del balón. Porque en todo este tiempo el Tenerife ha perdido a un jugador diferencial, a un futbolista que es un lujo para la categoría y un privilegio para este equipo. Cuando el infortunio se cruzó con Borja el pasado 14 de Diciembre de 2019, a raíz de una violenta acción del futbolista ucraniano Myakushko en aquel Tenerife-Alcorcón, muchos nos dimos cuenta de que el tiempo que estuviese fuera del equipo sería un perjuicio letal para la escuadra blanquiazul. Lo que nunca pensamos es que ese periodo de baja iba a ser tan largo. Atrás quedarán los meses de soledad en su casa de Sevilla, las semanas de inmovilización sin poder salir de cuatro paredes a las que posteriormente se unió la llegada de una pandemia y un confinamiento que para Lasso ya había comenzado hacía varios meses. Desde su domicilio en la capital andaluza sufrió la errática trayectoria del equipo hasta Marzo y, entre letanías, vibró viendo a sus compañeros asomarse a la zona de play-off hasta que el sueño y la pelea se desvanecieron. Su visita a un hotel sevillano en febrero a saludar a sus camaradas de vestuario tras el triunfo blanquiazul en Almendralejo le dio fuerza y le cargó de vitalidad, sin embargo el equipo voló de vuelta a la Isla y él prosiguió su compleja recuperación en su ciudad natal.

Decía Napoleón que “hay Ladrones a los que no se castiga, pero que roban lo más preciado: el tiempo”. A Borja Lasso le han robado mucho tiempo, y aunque él no busque castigo ni señale culpables, es innegable que la travesía se ha hecho muy cuesta arriba. Pero ahora que ya se le ve en dinámica de trabajo grupal progresivo y en esa fase de readaptación que atisba el final del calvario, uno se congratula de percibir el deseo y el ánimo que tiene por volver. La enorme apetencia por estar ahí, ayudando desde dentro y aportando lo que dibuja en su cabeza y plasma con sus pies y un balón. Ya queda menos para volver a contar con un futbolista magistral al que el tiempo no le ha podido robar lo más valioso: La ilusión.

 
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