Heridas a la Vía de la Plata

León

A los pueblos y ciudades de pequeñas dimensiones es fácil robarle hasta su propia historia. Escasos de influencia política, no pueden ni tan siquiera evitar que su propio patrimonio cultural se use como mero producto del mercado turístico en las negociones políticas.

Así ha ocurrido con la apuesta comercial de lo que denominan El Camino de la Plata. Una ocurrencia mercantil entre las comunidades de Andalucía, Extremadura, Castilla y León y Galicia que traza un nuevo corredor para peregrinar a Santiago de Compostela usando y falseando una vez más el trazado histórico de la Vía Romana de la Plata.

Por razones de interés geopolítico de los gobiernos gallego y castellano, se inventan un camino nuevo, usando parcialmente el nombre y el trazado de la vía romana que une las ciudades de Mérida y Astorga. La nueva marca -de carácter público- dibuja un camino nuevo a Santiago que roba del patrimonio lo que le conviene, en este caso el nombre y parte del trazado histórico, y que hace transcurrir por tierras que nada tienen que ver con la calzada romana.

Se benefician con ello las tierras de Sanabria y Orense, y salen perjudicados los intereses económicos una vez más -aparte de la historia- los vecinos de varias decenas de pueblos a los que atraviesa desde hace siglos la Vía de la Plata y cuyas cabeceras de comarca son Benavente, La Bañeza y Astorga.

Dice, sin rubor alguno, el consejero castellano de cultura y turismo, un tal Javier Ortega, que con ese acuerdo “no estamos contra la historia, sino haciendo historia”. Una frase que hace suponer en qué atrabiliario país intelectual habita este ciudadano castellano -antes brigada del ejército español- en cuyo currículo figuran una formación medievalista, dedicación a la gestión cultural y ahora político en un gobierno de patos cojos.

Hace unas décadas, y por similares razones, se inventaron la denominada Ruta de la Plata para unir comercialmente Sevilla y Gijón. Entonces dejaron fuera de la vía a una docena de pueblos situados entre la La Bañeza y Astorga.

Ahora, este camino nuevo de peregrinos que se acaban de inventar vuelve a dejar en la cuneta los derechos y el disfrute de un patrimonio histórico que pertenece a estos pueblos de la periferia peninsular.