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Celta de Vigo

Iago Aspas y veintiuno más

Un discutido penalti permite al Valladolid igualar el golazo del de Moaña

Aspas celebrando su golazo en Zorilla / Denis Doyle Getty Images

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El partido se resume en un nombre y un apellido: Iago Aspas. Minuto 15, Aspas se inventa en la frontal del área un pase de espaldas, genial, al primer toque que deja solo a Denis Suárez delante de Roberto. El de Salceda desaprovecha una asistencia de muchos quilates del Príncipe de las Bateas. Esa deuda la pagó Denis con un pase al hueco perfecto desde su propio campo que permitió a Iago Aspas correr hacia la portería del Pucela, aguantar la tarascada de Bruno mientras se cambiaba el balón de pie, tocar lo justo con su pierna derecha para evitar que se la quitase Roberto y, sin ángulo, marcar con la pierna derecha. Un gol de genio, de jugador diferente, de un tipo con un instinto letal y con hambre infinita. Minuto 91, con todos los jugadores pidiendo ya oxígeno y firmando tablas, cabalgada de Aspas desde su propio campo hacia la portería del Pucela; solamente un agarrón reiterado impidió que el delantero del Celta se quedase solo delante del portero; se frena, coge el balón con la mano pensando que iba a pitar falta y que iba a expulsar al jugador del Valladolid, pero Sánchez Martínez decide pitar mano de Aspas y amarilla por protestar. El árbitro de VAR decide no hacer un “Jovic” y, por supuesto, ahí se queda la cosa. Este era el guión del partido: Aspas y 21 jugadores más sobre el terreno de juego.

El problema es que el giro de guión lo podría haber firmado el propio Alfred Hitchcock. Llegó en un penalti pitado por Sánchez Martínez al que todavía le dan vueltas en el vestuario del Celta. Decía Óscar García Junyent que “si este árbitro hubiese jugado al fútbol, está claro que sabría que no es penalti; a mí me han enseñado que si un jugador toca el balón antes que el otro, despeja el balón y el otro tropieza, no es penalti. Ya nos pasó en Mallorca”. Pues el Celta fue víctima de la decisión de Sánchez Martínez que tomó la en la propia acción y, para cargarse de razón, sacó rápidamente la amarilla a Hugo Mallo. Está claro que los árbitros de VAR son como los pimientos de Padrón, “que uns interveñen e outros non”. Hoy tocó uno que no pica. Un empate sufrido, luchado por un Celta que dejó claro que depende en exceso de la genialidad de turno de Aspas; un Celta al que los cambios no mejoraron lo del campo, que en la segunda parte le costó llegar a la portería rival y que sigue necesitando refuerzos como el comer. La línea de esta Celta es regular con dos empates en dos salidas como Eibar o Valladolid en las que solamente encajó un gol y desde el punto de penalti. Mérito tuvo Iván Villar con dos paradas de grandísimo mérito a Guardiola y a Nacho González, también Aidoo, que se confirma como el defensa más solvente del arranque de la Liga y, poco más, salvo que el Príncipe de las Bateas sigue siendo un jugador diferente, diferencial y por encima del resto de los protagonistas del verde de Zorrilla. Hoy en Zorrila salieron al campo 21 futbolistas y Iago Aspas.

 
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