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Miles de adolescentes, señalados como contagiadores, vuelven a clase con disciplina

Las clases arrancan en secundaria, bachillerato y FP con el reto de evitar el cierre de institutos y la incertidumbre sobre la eficacia de la semipresencialidad en los cursos superiores

Los centros han organizado la entrada de forma escalonada para evitar aglomeraciones. / Juan González (EFE)

Los centros han organizado la entrada de forma escalonada para evitar aglomeraciones.

Oviedo

Los estudiantes de secundaria han regresado este lunes a las aulas. Representan un sector de población que ha estado en el punto de mira durante semanas como supuesto foco de contagio del coronavirus debido a la incompatibilidad de las medidas de seguridad con las costumbres sociales propias de la edad. Sin embargo, la entrada a los institutos ha sido, en general, un dechado de disciplina y organización. En términos generales, los alumnos se muestran concienzados, aunque los equipos directivos y docentes no ocultan su incertidumbre ante el que puede ser el curso más difícil.

Y el curso ha comenzado pasando lista, como toda la vida. Pero esta vez, a las puertas del centro, al aire libre, con los alumnos haciendo fila a metro y medio de distancia y recibiendo las últimas instrucciones. Así comenzaba el curso en Secundaria para 54.000 estudiantes, que en el primer día de clase parecen tener bien aprendida al menos una lección, la del coronavirus. Jóvenes, algunos casi niños todavía, que ven "razonables" medidas como la entrada escalonada a clase "para no amontonarnos", y que creen que el curso puede ser un éxito porque "a veces nos acercamos demasiados entre nosotros pero siempre llevamos la mascarilla". 

Durante todo el curso entrarán a clase por turnos, de menor a mayor edad. Hasta tercero de ESO todas las clases son presenciales. Los cursos superiores combinarán presencialidad con clases telemáticas, a través de plataformas como TEAMS y sirviéndose de las webcams anunciadas por la consejería que, eso sí, este lunes todavía no habían llegado a muchos centros. A los profesores se les ha dado horas complementarias para preparar convenientemente esas clases que fueron talón de Aquiles en el final del pasado curso. Ana Gracia, tutora de primero de ESO en el Instituto La Ería de Oviedo, confesaba que "hay incertidumbre, pero la dirección ha currado mucho para que todo esté bien organizado, y tenemos la ilusión de que todo salga bien".

Esas ganas las han perdido por el camino algunos equipos directivos, que se han quejado –y en el peor de los casos han dimitido- al sentirse a los pies de los caballos, sin medios y con toda la responsabilidad sobre sus hombros. No es el caso de Emma Álvarez, al frente de un centro con 1.000 alumnos y muy consciente de su parte de responsabilidad en el momento presente. "Los centtros tenemos una doble misión, educativa pero también de cuidar de los niños para que las familias no tengan que para su actividad económica, y a cada uno nos toca una responsabilidad en este momento difícil. Todos debemos colaborar".

En este instituto de Oviedo se han habilitado gimnasio y biblioteca para que la presencialidad sea máxima y por ejemplo se ofrecerá en segundo de bachillerato, curso clave para el acceso a la universidad. El objetivo es superar el curso sin casos de coronavirus, pero si se produce dicen estar preparados con unidades COVID para aislar los casos y cortar de raíz su propagación.

 
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