Funambulistas

Córdoba

Finaliza septiembre. Casi siete meses ya desde el inicio de la pandemia y todo sigue siendo extraño. Aquella nueva normalidad preconizada por el presidente Sánchez no puede ser menos normal. Entre mascarillas, geles hidroalcohólicos y distancias de seguridad, caminamos por esta vida rara como funambulistas intentando mantener el equilibrio que nos permita no caer en el abismo.

Salvo para quienes han optado por la irresponsable postura de mirar hacia otro lado y actuar como si el COVID-19 no hubiera llegado a nuestro mundo para comerse la despensa y poner nuestra realidad patas arriba, el resto afrontamos cada día intentando rediseñar una nueva cotidianidad que nos permita recuperar de alguna forma la calle, las aulas, la cultura y la propia vida.

La segunda ola de la pandemia crece imparable llenando de funestas noticias informativos y periódicos. La insuficiencia de rastreadores, el colapso de la atención primaria, la falta de recursos humanos en nuestro sistema sanitario, entre otros indicios, evidencian que, pese a las advertencias de los expertos, se han cometido graves errores de planificación y no se ha aplicado una estrategia eficaz para poder contener el avance de los contagios.

No se trata de buscar culpables ni señalar con el dedo. La gravedad de la situación exige soluciones eficientes y que nuestra clase política abandone tretas estériles, gestos de escaparate que solo aportan ruido y confusión. Urge que se pongan manos a la obra de manera efectiva para tejer esa red que nos dé la confianza y seguridad imprescindibles para no ser funambulistas abocados al vacío.