Un pacto que no merece tal nombre
Con María José Aguilar Idáñez, Catedrática de Trabajo Social y Servicios Sociales de la Universidad de Castilla-La Mancha
Albacete
Del nuevo Pacto sobre Migración y Asilo de la Unión Europea, se puede criticar casi todo, empezando por el nombre. Porque realmente no es un pacto sobre migración y asilo, es un pacto centrado obsesivamente sobre el control de fronteras.
En materia migratoria, tanto la Comisión europea como gran la mayoría de los estados miembros no tienen interés en una política común de inmigración y asilo, sino en externalizar en terceros países la contención de los desplazados y en abrir procesos de retorno inmediato sin garantizar que las solicitudes de asilo se estudien de manera individual y con las debidas garantías jurídicas. Esas son algunas de las señas de identidad del pacto.
La creación de centros de retención en las fronteras europeas, como ya existen en Estados Unidos y como, de hecho, ocurre en los campos de refugiados de Grecia o en el CETI de Melilla, es realmente preocupante.
Nombrar las cosas de manera diferente para que lo injusto e inhumano parezca aceptable y legítimo, es básicamente lo hace establece el pacto: así, por ejemplo, cuando habla de nuevo mecanismo de solidaridad lo que en realidad quiere decirse es que los estados miembros no estarán obligados a ser solidarios ni serán sancionados si incumplen el pacto.
Se dice que hay que abandonar el Reglamento de Dublín porque ha fracasado, pero ese fracaso sólo se explica por el incumplimiento sistemático del mismo y por mucho que el pacto le cambie el nombre, no parece que la situación vaya a cambiar.
Solo se presta atención en ese pacto a las entradas irregulares, desatendiendo el paquete de medidas más importante en cualquier política migratoria, que son las entradas regulares y seguras.
Todos los errores se intentan resolver renombrando conceptos que no han funcionado, sin buscar alternativas que, de verdad, sean eficientes y eficaces. Lo que sí parece claro, es que este pacto creará nuevos espacios de vulneración de derechos, en lugar de protegerlos y reforzarlos.




