Las cloacas y el león

León

La banalización de la política es un virus que no mata pero engorda el negativismo social, extiende incultura y proyecta el mal gusto. En el caso concreto de las ciudades hay alcaldes -sin parámetros homologables con el sentido común- que amueblan plazas y jardines de elementos que pesan como losas en el negativo estético del municipio.

En León sigue habiendo, tras décadas del actual régimen democrático, numerosos nombres de calles y símbolos del período de la dictadura fascista que nos desprestigian. De tanto en vez, algunos alcaldes nos atolondran con estatuas de reyes que, en bastantes casos, no presentan ni una vida decente ni un reinado prestigioso.

La Plaza de San Marcelo, convertida en verdadero centro político municipal, la usó el anterior alcalde, Antonio Silván, para regalarnos una escultura dedicada al monarca leonés Alfonso V. Ahí luce, frente a la fachada principal del viejo consistorio, hoy devenido en palacio administrativo del actual alcalde leonesísta, José Antonio Díez.

Desde ayer, 8 de octubre, día de Santa Pelagia de Antioquía, la plaza tiene una nueva escultura. Trescientos kilos de bronce en forma de león que surge de una alcantarilla de residuos y cuya simbología queda al albur de quien la mire y cómo la mire.

La ha pagado, dicen, una UTE de empresas de tratamiento de aguas y relacionada mercantilmente con este municipio. Al ocupar suelo público y noble, deduzco yo que el primer edil habrá dado su consentimiento para colocar este extraño mobiliario urbano tan cargado de nalgas.

En días de tormenta, de los sumideros de las aguas sucias suelen salir objetos poco agradables al gusto y a la vista.

No se ustedes, pero yo no entiendo nada.