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OBITUARIO ESPAÑETA

'Españeta', el hombre que entregó su vida al Valencia CF

Muere Bernardo Españeta, una de las personas más queridas en la historia centenaria del club de Mestalla

Luis Casanova, Fran Guaita, Bernardo "Españeta" y Ricardo Arias / Cadena SER

Valencia

Bernardo hablaba del Valencia y, en un gesto instintivo, se llevaba la mano al corazón. Siempre fue su vida. Desde que tuvo uso de razón. Soñaba con ser uno de esos jugadores que salía a Mestalla con el murciélago en el pecho. Era un interior técnico, filigranero, que la rompía en los campos de tierra que poblaban el extrarradio de la ciudad a principios de la década de los cincuenta. 

Todas sus ilusiones se rompieron en mil pedazos después de un grave accidente de moto en plena adolescencia. Iba en una Vespa, junto a su hermano. Derraparon por culpa de un charco de aceite en la calzada. Salió volando por los aires y se destrozó la rodilla. Ya nunca pudo volver a jugar. 

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Como no podía ser Puchades, Asensi ni Seguí, decidió acercarse al máximo a ellos. Cada mañana, acudía a los entrenamientos del Valencia y, espontáneamente, ejercía de recogepelotas. Sin que nadie se lo hubiera pedido. Dotado de una bonhomía y un don de gentes único, apenas tardó unas semanas en granjearse el cariño de toda la plantilla y el cuerpo técnico. Vicente Peris, el mejor gerente en la historia del club, le puso en nómina valorando su implicación y la excelente atmósfera de trabajo que generaba en el vestuario.  

Arrancaba así una historia con final feliz que se alargó durante más de sesenta años. Por el camino, Españeta fue hermano, amigo, confidente, psicólogo y cómplice de la totalidad de leyendas que han pasado por el vestuario de Mestalla. Kempes, Arias, Claudio López, Claramunt, Villa, Albelda, Baraja. La relación de futbolistas en los que Bernardo ha dejado huella es interminable. Conocía de memoria las tallas del pie de cada uno de los miembros de la plantilla, sabía quién prefería manga corta y quién manga larga. Respetaba las manías de todos y, muy importante, calcaba el autógrafo de muchos de ellos, virtud que le permitía incluso cobrar los cheques al portador de Mario Alberto Kempes sin que en el banco advirtieran la diferencia. 

Ya cansado de tantos viajes y de andar siempre con el pesado baúl metálico del material a cuestas, se jubiló por fin en 2016. Lo que más quería en el mundo era disfrutar a tiempo completo de Rosario Terol, su compañera de vida. Todavía puedo verles juntos, preparando la mesa para una de esas deliciosas meriendas que Charo nos preparaba a base de jamón del bueno y todo tipo de ibéricos. Entendiéndose con una mirada, cuidándose el uno al otro, repletos de instantáneas y recuerdos familiares en el luminoso salón que preside su domicilio en plena Avenida de Aragón. 

- "A mí me gusta vivir aquí, Fran, cerquita de Mestalla. Me levanto por la mañana y lo primero que hago es asomarme a la ventana para mirar el estadio. Yo nací para servir al Valencia". 

Se nos ha marchado la sonrisa del murciélago, el trabajador abnegado que se dejó el alma por el club durante más de media vida. Nadie sumó más que él. Fuera pero, sobre todo, dentro del vestuario. Deja un legado de valor incalculable y una figura referencial de valencianismo que será difícil igualar. Mucho más, en estos extraños tiempos que nos ha tocado vivir. Hasta siempre, amigo. 

Fran Guaita

Fran Guaita

Jefe de Deportes en Radio Valencia y director de SER Deportivos Valencia

 
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