La garganta del doctor Villarig

León

No es fácil sustraerse al ruido de las palabras que salpican nuestras vidas desde hace siete largos meses: estado de alarma, confinamiento perimetral, toque de queda, cifras de contagiados, de fallecidos, de ingresos hospitalarios y de camas UCI, vacunas, tratamientos Covid-19 y un largo etc.

Pero hay noticias y movimientos de colectivos que sorprenden en estos tiempos tan graves. Por ejemplo, el de la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos, callada para asuntos ajenos a sus propios intereses y que ahora convoca un paro de doctores desde el próximo martes y siguientes. En lo que afecta a nuestra salud, no les faltan razones para eso y mucho más. Lo malo es que han esperado demasiados años para denunciar y lo hacen ahora, cuando la grieta de nuestra salud pública tiene un diagnóstico de emergencia.

José Luis Díaz Villarig, cualificado representante de esta confederación, durante décadas ha sido fiel a ley del silencio frente los recortes de los servicios sanitarios que han llevado administraciones de todos los colores. En nuestra comunidad, el tono azul de los populares.

Con la llegada de los actuales responsables de sanidad al gobierno de Castilla y León, el septuagenario doctor Villarig se ha convertido en la mayor garganta profunda contra el vicepresidente Francisco Egea y la consejera de Sanidad, Verónica Casado. Por tierra, mar y aire mediáticos, quien antes callaba a cambio de diezmos, se supone, ahora vocea denuncias, unas ciertas y otras que son medias verdades.

Esta semana dejó su penúltima bala contra el gobierno de Mañueco: León, dijo, tiene menor ratio de médicos por habitantes que Valladolid y que Salamanca. Es cierto que la Junta nos trata bien a León. Que la Valladolid política está muy lejos de nuestras sensibilidades y de necesidades administrativas. Pero esa ratio es sólo una verdad desde el punto de vista matemático.

Quien siempre miró su ombligo no puede convertirse ahora en salvador de nuestra salud.