El fugitivo de Turieno dice que se despertó "loco"
Tras el tiroteo, ya de madrugada, se asomó a la ventana y al ver que los agentes estaban "todos fumando y bebiendo" aprovechó para salir por el tejado y huir al monte
Santander
El 'fugitivo de Turieno', el hombre que en julio de 2018 se atrincheró en su casa e hirió a uno de los guardias civiles que acudieron al lugar alertados por sus familiares, ha asegurado que los días antes de los hechos había consumido "muchísimo alcohol" y drogas también, por lo que tuvo "un despertar malo" y se puso "un poco violento" con sus hermanos y como "loco" cuando vio a los agentes.
"Estaba en el limbo", ha manifestado este martes cuando ha relatado lo ocurrido durante el juicio contra él, en el que ha indicado que hubo un "tiroteo tremendo" con los efectivos de la Benemérita desplazados a la localidad, en el municipio lebaniego de Camaleño.
"Aquello fue como el Apocalipsis", ha comparado Luciano José Simón Gómez, que no obstante ha asegurado que "en ningún momento tiré a herir a nadie" y tampoco se enteró, según ha dicho, de que en el intercambio de disparos había alcanzado a un efectivo en el pie. "En ningún momento oí quejarse a nadie ni me enteré de nada".
El procesado, en prisión provisional desde entonces y que se enfrenta a 13 años de cárcel que pide el fiscal por homicidio en grado de tentativa, atentado -a agentes de la autoridad- y tenencia ilícita de armas, ha comparecido en la vista oral en la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Cantabria, donde solo ha contestado a preguntas de su abogado. Esta parte solicitó la suspensión de la sesión por diferentes motivos, rechazados todos por la sala, entre ellos la ausencia de orden judicial para acceder a la casa donde sucedió todo.
En el juicio, en el que también han declarado los testigos, el implicado ha relatado que días antes de lo ocurrido bebió "muchísimo alcohol" y consumió cocaína y heroína. Después, en su casa, tomó pastillas tranquilizantes y un tratamiento por su "cuenta de una clase de morfina". Ha indicado al respecto que es drogodependiente desde hace "más de 40 años" y asimismo fumador de marihuana. "Ya fumaba porros con Franco", ha señalado.
Tuve un despertar malo
El día del altercado, el 17 de julio, estaba dormido en su habitación "tranquilamente" cuando su hermana le llamó para comer, pero no estaba "en condiciones" de levantarse de la cama. Y para que no le molestaran, colocó la mesita contra la entrada del dormitorio. Así, al no poder acceder, sus familiares rompieron el cristal de la puerta y "se alteró" con ellos.
"Tuve un despertar malo. Estaba en el limbo", ha rememorado el acusado, que se quedó dormido hasta que le volvieron a llamar. Entonces, se puso "loco" al ver en el pasillo a dos guardias civiles, a los que amenazó con una navaja. "No sé que les diría, pero les eché de la casa. Se fueron y cerré la puerta con llave".
Posteriormente, "alterado por la movida" con sus hermanos y de "mala hostia" por la presencia de más agentes solicitados en el exterior de la vivienda, el implicado ha asegurado que se asomó por una ventana de la casa con un escopeta para decirles que se fueran y entonces "me disparan dos o tres tiros", a los que él respondió, aunque apuntando a la fachada de la finca de enfrente. Según ha dicho, "sabía dónde estaban" los efectivos porque les había visto por otra ventana, pero desde la que efectuó los tiros "no les veía".
Tras estos tiroteos y antes de otros que tuvieron lugar de madrugada, Luciano José Simón Gómez se tomó "más pastillas" y se fumó "un cigarro de marihuana", tumbándose en una cama en el desván en la que se quedó dormido otra vez.
En un momento dado, sintió un "estruendo" y un "tinglado" dentro de casa. "Sabía que iban a venir", se dijo. "Seguro que me matan", pensó, por lo que hizo una especie de "tapón" o "barricada" colocando diferentes objetos en las escaleras de acceso a la buhardilla: arcas, baúles, mochilas de monte, cazuelas, cajas de leche, botellas de agua, una mesa de planchar y "lo que pillé por allí", según ha enumerado y resumido. Y después, se volvió a dormir: "caí tronzado encima de la cama".
Antes de esto, hubo "ráfagas" de disparos "por todos lados", que "entraban por la venta" y "rebotaban contra mí", de acuerdo con la versión del acusado, que ha admitido que él nuevamente respondió a los agentes con tiros. "Aquello fue como el Apocalipsis: un tiroteo tremendo", ha comparado, para resaltar al respecto que la vivienda estaba "completamente a oscuras", al igual que la calle.
Tras el tiroteo y después de despertarse, ya de madrugada, se asomó a la ventana y al ver que los agentes estaban "todos fumando y bebiendo" -"parecía una romería", ha expresado- aprovechó para salir por el tejado y huir al monte, donde permaneció el día siguiente.
De noche, el 'fugitivo de Turieno' regresó a su casa con la intención de esperar a que se hiciese de día para ducharse y acudir después al cuartel de Potes y hablar con el sargento, al que conocía.
Y es que una vez que se le "habían pasado los efectos" de las drogas y el alcohol, se dio cuenta del "tinglado" que se había formado y el despliegue montado, con agentes que habían llegado "en helicóptero" y consideró que "lo próximo sería mandar al Ejército".
Ya en la finca, y al ver que un guardia se acercaba hacia él, pesó que habría más y que le podrían "matar", por lo se metió debajo de un coche aparcado en su garaje donde permaneció hasta que fue descubierto.
"Me sacaron a rastras, me doblaron el pecho, y me rompieron una costilla o dos", ha relatado el acusado sobre el momento de su detención, en el que hubo "un minuto" que no podía "respirar", según se ha quejado. Tras indicar que le "sacaron tres veces" para "hacerse fotos conmigo" que luego ha "visto en Internet", ha concluido denunciando un "comportamiento vejatorio" de los agentes hacia él.
Terminado el interrogatorio de su abogado, que ha puesto de manifiesto la venta de una finca de su cliente a su hermana para consignar el importe de la operación en el juzgado y proceder así a la reparación del año al efectivo herido, Luciano José Simón ha aclarado que no tiene "manía" a la Guardia Civil pues el trato mutuo ha sido "siempre correcto", hasta el punto de que tomaba "vinos en los bares con ellos". "No tengo ningún enemigo, de ninguna clase", ha zanjado, para aclarar que el "único mal" se lo ha hecho a sí mismo por consumir drogas durante 40 años.
Guardias Civiles
En la primera parte de la vista, que concluirá este miércoles con la pericial y conclusiones, han testificado los agentes de la Benemérita que intervinieron en la operación, de Potes y Cabezón de la Sal, y unidades como la Usecic -de Seguridad Ciudadana- y Gar -Grupo de Acción Rápida-, que han manifestado que el procesado estaba "muy nervioso y agresivo", "fuera de sí" y "no atendía a razones".
También ha coincidido en que les insultaba y amenazaba de muerte, con expresiones "os voy a limpiar el forro". Los primeros en llegar al lugar, una patrulla rural de la zona -alertada porque había roto el coche de su hermano- y de otro municipio cercano, han coincidido en que cuando estaban en la calle no les disparó directamente, sino a la pared bajo la que se parapetaban tras un coche, por lo que los perdigones les caían "encima de la cabeza" y "a los pies". Pero "era asomar y fogonazo", han resumido.
Los efectivos de unidades de refuerzo han explicado que decidieron entrar en la vivienda de madrugada al no recibir respuesta y pensando que el acusado se podía suicidar, y han señalado que en el interior no tenían visión "de nada", mientras que él tenía en cambio "de todo", ya que iban con linternas y escudos antibalas con focos, caso del que resultó herido. "Disparaba a lo que se movía".
Los hermanos del procesado se quedaron "anonadados" cuando le vieron con un arma. Además, "nunca" le habían visto así, "fuera de sus cabales" y "desorbitado" esa "nefasta noche".