El cura y las chicas del coche rojo
Enrique Victor de Mora
Jerez de la Frontera
El sacerdote se dirigía en paz y concordia al templo en el que iba a participar en el acto piadoso de una Hermandad. La calle estaba tranquila, y las gentes iban y venían. En un coche rojo, unas chicas desinhibidas y valientes, que seguramente estaban haciendo planes para Halloween, ya saben, esa fiesta americana para la que muchos aparcan su antiamericanismo por unas horas, lo vieron pasar. ¡Ajá! Pensaron...mira... un cura con eso en el cuello que llevan los curas tía...ostia que tarro, ira vamo a darle caña tiaaaaa...y así fue. Bajaron las ventanillas y vomitaron su valentía y calor sexual por el aire apacible del otoño, que se llenó de pronto de un hedor de chusma:
- Curaaa...fóllanos...fóllanos...!!!!
El cura se paró algo sorprendido. No es que se asustara, porque a estas alturas ya me dirán...simplemente las miró...una de ellas no pudo aguantarle la mirada serena que les dirigío, pero las otras heroínas de los nuevos tiempos se envalentonaron y volvieron a repetirlo. Y el coche se marchó...
Aquella noche, las nenas lo pasarían bien y contarían su hazaña entre copas y risas. El cura habló en una Iglesia de perdón y de Cruz, de Esperanza y de Amor. Y en la soledad de su celda, caída ya la madrugada, rezaría por esas chicas del coche rojo.
Este caso no tendrá denuncia, ni aparecerá en las noticias. No merecerá la condena de ningún colectivo, ni será contabilizado como episodio de agresión verbal. Pero yo quería contarlo a través de estas ondas, en este minuto que tengo para hablar de lo que ocurre. Dicho queda...y misión cumplida.
Por cierto...Que pasen todos un Feliz Día de Todos Los Santos. Y que la Paz del Señor sea con las chicas del coche rojo.