Hablar como el humo

Córdoba

Los cines son un lugar seguro. Nadie se ha contagiado en los cines. El covid muestra su presencia en celebraciones y grandes reuniones, familiares o de amigos. La diferencia entre reuniones y cines es que en las reuniones hablamos, y hablamos mucho, tanto y tan a la vez que no nos escuchamos. En los grupos a veces cantamos, gritamos y hasta damos voces. Pero en los cines nadie habla.

Un grupo de científicos alerta de que la rápida y geométrica expansión mundial del coronavirus no se explicaría con la sola transmisión de gotas de saliva y superficies. Se está propagando, exponen, por aerosoles, pequeñísimas partículas que flotan como el humo, las que expulsamos en más cantidad al hablar alto, al cantar o gritar. Al aire libre, y protegidos, es más difícil el contagio, pero en los lugares cerrados y con nula o escasa ventilación, el covid hace su agosto, ahora su otoño caliente y hasta su invierno.

Miro la sierra a través de los cristales y envidio las ermitas de Córdoba. Su aire puro y su alto silencio. A la fuerza ahorcan. Aunque sin vocación espiritual ni ermitaña, quién sabe si el covid nos estará enseñando a hablar pausado, a ponderar y medir y meditar bien las palabras, sin riñas ni escándalos. Sin agravios ni ofensas ni palabras soeces, esas que se pronuncian siempre a voz en grito, como si el volumen de la voz inyectara en los cuerpos el veneno que escupimos. Porque, ya lo sabíamos de antiguo, de lo malo también se aprende.