Todos los Santos en la naturaleza

Berlín

Un rastrillo pequeño, guantes de jardinería, tierra fresca y algunas flores. Esos son los elementos más habituales cuando una familia se dirije a adecentar una tumba en Alemania. Ahora en otoño el rastrillo se hace casi imprescindible para reitrar las hojas que se acumulan sobre la hiedra y las flores, que habitualmente cubren las tumbas. Las lápidas suelen estar en posición vertical y la tumba en sí misma, está cubierta por tierra fértil. El lugar de enterramiento se convierte en una pequeña parcela ajardinada de un conjunto en el que la naturaleza tiene un papel protagonista.

Son parques agradables para dar un paseo y en los que, según la hora y la época del año, puede haber un número considerable de gente limpiando las tumbas y plantando nuevas flores. Para quien no vaya a recordar a un difunto, es difícil pensar en la muerte en un lugar tan lleno de vida como suele ser un cementerio alemán. El otoño dorado del clima continental crea un paisaje de cuento en el que, además, no es extraño que el visitante se vea sorprendido por la fauna silvestre. Las ardillas juguetean estos días por todos lados, buscando algún fruto que guardar para el invierno y cuya ubicación olvidarán poco después.

Aquí el 1 de noviembre es sólo festivo en los estados federados donde los católicos y la tradición católica siguen teniendo peso. Y es que hablamos de Alemania, cuna del protestantismo, y aquí se habla más del día anterior, el 31 de octubre; y no me refiero a Halloween aunque esté muy extendido, sino al Día de la Reforma: el día en que Lutero clavó sus noventa y cinco propuestas para la reforma de la Iglesia católica en la puerta de la iglesia de Wittenberg. Lutero, que hace algo más de 500 años incendió la Iglesia, y con ella Europa, predicando amor al prójimo y responsabilidad personal. Hace cinco siglos no había covid, pero la peste seguía azotando Europa y él recomendaba „evitar lugares en los que no se a uno no se lo necesite.“