La EPA del tercer trimestre del año, muy influenciada por los efectos de la pandemia
Con Maria José Romero Rodenas, catedrática de Derecho del Trabajo y Seguridad Social
Albacete
Las consecuencias económicas de la pandemia COVID-19 han trastocado todo el mercado de trabajo durante el primer semestre de 2020 y también el tercer trimestre como resultado del letargo económico por razones de salud pública. El empleo y la pandemia van de la mano.
El número de parados sube (10,54%) y se sitúa en 3.722.900. La tasa de paro llega al 16,26%, 0,93 puntos por encima del trimestre anterior y 2,34 puntos más elevada que en el mismo periodo de 2019.
Hay que tener en cuenta que las personas trabajadoras afectadas de ERTE (según la metodología de la Oficina Estadística UE y de la OIT que se aplica en la EPA) se les considera ocupados. Descienden las ausencias del empleo por ERTE y paro parcial por causas ETOP, o enfermedad, accidente o incapacidad temporal en este tercer trimestre.
Preocupante la incidencia de la tasa de paro femenina, ha subido hasta el 16,3%, lo que incide además en las cualitativas y sociales brechas de género, ya que la tasa de paro se sitúa en el 18,4% frente al 14,4%de paro masculino. La parcialidad involuntaria se mantiene en cuotas muy altas en el 50,8%, que aceptan esta situación por no encontrar empleo a tiempo completo.
Es verdad que la ocupación ha subido en más 569.600 personas este trimestre, pero preocupan los datos relativos al paro de larga duración: el 36% de las personas desempleadas lleva más de un año buscando empleo y un 22,2% más de dos. Una situación que se puede agravar con la segunda ola de pandemia pues hay una íntima relación entre desempleo de larga duración y pobreza. Los hogares que tienen a todos sus miembros activos en paro aumentan este trimestre en 23.900, hasta un total de 1.172.700 cifra muy por debajo de su comparativa en 2012.
El empleo creado se ha vuelto a destruir con facilidad porque nos encontramos en pandemia y porque además es una constantes destruir mayoritariamente el empleo de baja calidad, el temporal y precario.
Se trata de unir la erradicación de la pandemia conjugando medidas de salud publica globales con la recuperación del empleo en una suerte de oportunidad para cambiar nuestro modelo productivo reforzando nuestro sistema de protección social y adaptar nuestra normas laborales al nuevo Estatuto de las personas trabajadoras, sirviendo como fuente de inspiración en el anunciado Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, inspirado en la Agenda del Cambio, en la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, sin olvidar el Pilar Europeo de Derechos Sociales.




