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El virus detrás del telón

Sergio Blanco y cinco sanitarios gaditanos usan la ficción teatral para diseccionar la devastadora pandemia

COVID-451 representándose en el Teatro Falla de Cádiz / Gerardo Sanz

COVID-451 representándose en el Teatro Falla de Cádiz

Cádiz

¿Cómo se limpia la habitación de un paciente que acaba de morir con coronavirus? ¿Cómo se le comunica a alguien que su familiar ha fallecido en el hospital en pleno confinamiento? Llevar a escena las respuestas a estas preguntas es uno de los planteamientos más impactantes de Covid-451, la obra que el dramaturgo franco-uruguayo Sergio Blanco, ayudado por cinco profesionales sanitarios de Cádiz, ha representado este jueves 5 de noviembre en el Teatro Falla, dentro de la programación del Festival Iberoamericano de Teatro (FIT). Blanco se sirve del recurso de la lectura dramatizada, evita riesgos escénicos con actores no profesionales, para componer una emocionante disección de los efectos de la pandemia a muchos niveles. Al mismo tiempo, propone una rica dicotomía sobre la vida y el teatro, entre la realidad y la ficción. Habla de la necesidad de contar las cosas de muchas maneras, aunque sean mentira. Porque contar la verdad tal cual no siempre hace el mundo mejor.

Blanco se pone en la piel de un enfermo de coronavirus, al que el contagio le pilla en una visita a Cádiz, por lo que es ingresado en el Hospital Puerta del Mar. El dramaturgo presenta a los cinco sanitarios (profesionales reales que siguen ejerciendo durante esta segunda ola) que fueron su supuesta única compañía durante su estancia hospitalaria. Ahí están Sebastián, el camillero; Raquel, la enfermera; Carmen, la médica; María, la trabajadora social; y Sasha, la única no gaditana, ecuatoriana de origen, que es auxiliar de limpieza.

El autor está acostumbrado a escribir lo que él llama autoficciones. Pero durante el confinamiento le conmovió tanto el aplauso sanitario de las ocho, que decidió construir una ficción teatral contando la vida de sí mismo, pero también de otros. Y los otros son esos profesionales sanitarios. Y en ese cruce de verdades y mentiras, de exageraciones consentidas, de romantización de momentos, se construye este texto que acaba convenciendo a pesar de la hipérbole de sus costuras, o de su subrayada intencionalidad.

Le ayudan los personajes seleccionados. Porque esos cinco sanitarios que son reales son sobre las tablas del Falla personajes. Sebastián brilla por su ternura. Carmen sorprende por su seguridad. Sasha practica la delicadeza. Raquel desarrolla gran sensibilidad. Y María destaca por su emoción. Los cinco están sentados frente a unas mesas decoradas de objetos personales en el centro del escenario. Sergio se sitúa en un extremo y, al otro, el técnico para proyectar imágenes sobre una pantalla o poner música.

La elección de la lectura dramatizada, para que los actores tuvieran el asidero del texto leído, y la configuración de la estática puesta en escena en un teatro como el Falla hace que el relato no luzca en su plenitud. Pero en esa sencillez, y en la exhibición del engranaje del texto, está también parte del encanto de esta obra que juega al metateatro. Los diálogos aluden a la ficción de la estancia hospitalaria, a las medias verdades exhibidas durante los ensayos de esta obra y al propio momento de su representación. Uno de los grandes hallazgos es el uso de la música, desde el concierto de clave con el que arranca, al Será porque te amo del final, pasando por Scorpions, Sia, o la evocadora Long night, compuesta durante la pandemia, que suena en un momento especialmente bello, cuando la enfermera simula hacerle una PCR al autor.

Los cinco sanitarios cuentan historias llenas de mentiras que podrían ser verdad. O quizás estén contando verdades con licencias de ficción. Los personajes preguntan varias veces al autor por qué se inventa cosas si la realidad es ahora tan intensa. "Los escritores corregimos las imperfecciones del tiempo", responde. "Hay que escribir no para reflejar el mundo, sino para mejorarlo", añade. Porque sobre un escenario la realidad puede ser cambiada. Y ahí es donde mejor se entiende el sentido de esta obra: en la capacidad del teatro de inventar la realidad, de hacerla más bonita o más dura. Cambiarla, para, como en un hospital, curarnos.

Covid-451 expone con crudeza las tragedias que rodean a esta pandemia. Homenajea a los sanitarios de los hospitales, las personas que trabajaron en los únicos lugares que permanecieron siempre abiertos durante el confinamiento. Reflexiona sobre el propio teatro en una de sus peores crisis, cuando es el público el que lleva máscaras en vez de los actores. Y habla de muchas cosas: de murciélagos, héroes, mentiras, verdades, de ciencia ficción (con esa mención en el título a la obra de Bradbury), de soledad, de teatro, de crear, de contar, de hablar, de comunicar. Sobre todo habla de la muerte: como fuente de miedo, de misterio, como error, como una mentira más. Y habla de ese virus invisible que, en esta ficción que es la vida, nos espera detrás del telón como un espectador más.

Pedro Espinosa

Pedro Espinosa

En Radio Cádiz desde 2001. Director de contenidos de la veterana emisora gaditana. Autor del podcast...

 
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