Diez años, en bici por la acera y pitando
Un día contemplé a una elegante mujer peatona, que no se apartó ni un milímetro de su camino y señaló con la mano al asfalto que por ley corresponde a las bicicletas

"La línea roja" de Matías Vallés (09/11/20)
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
Palma
Todo peatón palmesano que circula por la acera en horario libre de toque de queda ha experimentado el sobresalto de un pitido urgente a su espalda.
En efecto, se trata de la sirena espantapeatones que no falta en ninguna bicicleta que circula ilegalmente por la acera.
La respuesta del peatón desprotegido ante el infractor con ínfulas depende de la personalidad de cada cual.
Un día contemplé a una elegante mujer peatona, que no se apartó ni un milímetro de su camino y señaló con la mano al asfalto que por ley corresponde a las bicicletas.
En mi caso, considero que se necesita una desfachatez tan admirable para pitar a un peatón por la acera, que me resulta inevitable girarme para admirar la personalidad del valiente y aplaudirle en su caso.
Así lo hice el pasado sábado.
La bicicleta que me urgía a apartarme para consumar su ilegalidad estaba pilotada por un niño de no más de diez años, aunque nadie lo hubiera dicho por la energía con la que pulsaba el timbre que obligaba a todos los peatones de Palma a no entorpecer su ruta imperial.
En otra bicicleta iba su padre, educando al chaval en la idea de que atropellar a tus semejantes es la manera mas rápida de imponer tu criterio.
Creo que ese día descubrí al futuro Donald Trump mallorquín.




