Salvemos la economía

Palencia

Estos días estamos oyendo, en todos los medios de comunicación, las distintas manifestaciones que están llevando a cabo los diferentes sectores afectados por las medidas que están tomando las administraciones para frenar la extensión del virus. Por lo general, a los que más se están destacando es a los de la hostelería y restauración, pero son muchos más los afectados. Por ejemplo, el ámbito cultural, desde los artistas a el resto del personal que hacen posible que llegue hasta nosotros el evento; o los relacionados con las ferias y fiestas, casetas, carruseles, grupos musicales, iluminación, etc.; o los que viven del turismo como las agencias de viajes, las empresas de transporte de viajeros de todo tipo, los hoteles, los parques de atracciones,… La lista es interminable.

Entiendo y comparto las quejas y peticiones de todos los colectivos afectados. Ellos no son culpables de la pandemia y se sienten totalmente incomprendidos por los distintos gobiernos. A mi entender, no se les puede imponer unas medidas drásticas sin que exista la correspondiente compensación económica. Debemos recordar que cualquier negocio, solo por serlo, tiene unos gastos fijos que van desde los servicios básicos, pasando por el alquiler, las mercancías y los recursos materiales, la publicidad, etc. No incluyo en este apartado las nóminas por que los ERTE’s y las ayudas a los autónomos palian, hasta cierto grado, estos costes. También tienen que hacer frente a los impuestos municipales, regionales o nacionales, a pesar de no poder tener actividad económica.

Si no queremos cargarnos nuestro tejido empresarial y que miles de personas engrosen las listas del paro y de las colas del hambre hay que subvencionar, como están haciendo en Alemania, a todos los sectores que se están viendo afectados directamente por las medidas determinadas por las administraciones o a los que indirectamente la enfermedad les impide realizar con normalidad su actividad económica.

Ahora bien, nunca he creído en las subvenciones a fondo perdido, ya que no es justo que, cuando las cosas funcionan a las mil maravillas, no se devuelvan las ayudas obtenidas para poder seguir apoyando a otras empresas y/o personas que lo puedan necesitar en ese momento. El domingo, en una tertulia, escuchaba a Ramoncín hablar de una caja de resistencia para poder afrontar situaciones como las que estamos viviendo.

Sería como la famosa de la Seguridad Social, que se creó en los buenos tiempos de la economía y que ahora está totalmente vacía, pero de un perfil más parecido a cómo funciona la prestación por paro o el fondo de garantía salarial. Todas las empresas podrían ir aportando un pequeño porcentaje de sus beneficios a un fondo para que, en las condiciones que se determinen, puedan obtener las prestaciones necesarias para superar la situación y, una vez que vuelvan a tener balances positivos, devuelvan a la caja el dinero obtenido.

Me parece una gran idea que espero que nuestros gobernantes pongan en marcha a la mayor brevedad posible, aunque sé que ya llegamos tarde para esta crisis, pero lo que es evidente es que la economía es cíclica y pasaremos, en el futuro, por momentos de superávit y por momentos de déficit. Los primeros han de servir para superar los segundos, es decir, convertirnos en hormigas y dejar de ser cigarras.

Por otra parte, las empresas también deben crearse de forma que les permita adaptarse a distintos escenarios gracias a una flexibilidad funcional. Tienen que integrarse plenamente en el siglo XXI y en las nuevas tecnologías para que puedan diversificar más su actividad y poder desarrollar modelos imaginativos de negocio, dentro de su sector, en estas duras etapas.

Muchas gracias por su atención y a ver si logramos mantener y modernizar nuestro tejido empresarial.