El reino de Celama
La opinión de Ángel Santiago Ramos (13/11/2020)
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León
No se precisa rescatar reyes muertos, innecesarios entonces y ahora y después, para alimentar el alma de los pueblos que vive bajo la piel de la memoria. No hacen falta banderas para reconocer el amor que se tiene por la tierra y las gentes que vieron tus ojos por primera vez. No hay voz más honda, más entera y más nuestra que la de los personajes y las vidas que surgen de las novelas y los cuentos de nuestro mejor escritor, Luis Mateo Díez.
Leonés, nacido en Villablino, tiene desde ayer el Premio Nacional de las Letras Españolas 2020, un reconocimiento a la calidad de su extensa obra literaria. Aunque lleva viviendo y trabajando en Madrid desde hace medio siglo, su literatura no puede entenderse sin el conocimiento y la sensibilidad que siente por la tierra de sus orígenes. A ella vuelve siempre para caminarla y para ensoñarla a través de la magia con la que envuelve los personajes de sus historias.
Nadie mejor que Mateo Díez para conocer las partes de un poliedro leonés que se extiende en páramos y entre valles y montañas del norte minero o El Bierzo. Su obra literaria es un preludio imaginario de la España vaciada a la que la muerte de la economía rural ha pintado de realidad.
La geografía de Celama, la región imaginaria por la que transitan las historias de su trilogía más conocida, está llena de personajes delirantes y pintorescos a los que el tiempo ha dejado sin voz. Leer a Mateo Díez es como disfrutar de un filandón leonés que nos devuelve al añorado mundo de la cultura oral.
Sin oropeles, sin coronas, calladamente, la historia de las pequeñas cosas son lo más nuestro que podemos heredar de un pasado en el que no caben palacios. Somos más Celama, gracias a Luis Mateo.