Desidia migratoria

Las Palmas de Gran Canaria

La desidia del Gobierno estatal ante la crisis migratoria de Canarias ha terminado por volverse en su contra. La gota que ha colmado el vaso ha sido pasar de la inacción a dejar en el limbo a doscientos inmigrantes.

Hasta el presidente de Canarias Ángel Víctor Torres ha perdido la paciencia y ha reclamado a su partido un poco de respeto hacia todos: los inmigrantes y los canarios, seamos ciudadanos o autoridades.

Tanto el PSOE como Unidas Podemos en Canarias han tenido que plantarse ante la inoperancia de su propio Gobierno. Resulta especialmente irritante que esto ocurra con partidos progresistas, que en la oposición defendieron una política migratoria en el extremo contrario a la que practican.

La única explicación verosímil para tanto desatino es la mini-crisis que la inmigración ha abierto en el Gobierno de Pedro Sánchez. Ministros contra ministros, dando un espectáculo lamentable. Y cero soluciones a la altura de una emergencia calificada por el propio Torres como uno de los mayores desafíos de la historia reciente de Canarias. Y no exagera.

Alguien tiene que asumir responsabilidades. Y dimitir para dar a la sociedad una señal de que la ineficacia política tiene consecuencias. No es difícil deducir quien tiene todos los boletos. No se puede ser representante del Estado y no estar cuando más se le necesita.