El horizonte de la Navidad

Jerez de la Frontera

A estas alturas, y en medio de la situación que vivimos, el debate sobre cómo pasaremos las fiestas de la Natividad se halla en todos lados: en la España oficial y en la real, en los que mandan y en los que obedecemos, en los bares y en las casas. Parece unan tragedia que no nos vayamos a reunir como antes, y cuando nos reuníamos estábamos deseando quitarnos de encima el muerto de la reunión para no tener que aguantar a la suegra o al cuñado. Ahora echaremos de menos las zambombas y las comidas de Navidad como antes, y otros echaran de menos a sus familiares muertos y a los que ya no están, no solo por el Coronavirus, sino porque murieron de otras muertes que quedaron sepultadas en la marea mediática del Virus. No ocuparemos las calles como antes, pero podremos estar en el hogar, cantar en el hogar, rezar en el hogar, acudir a la Iglesia y vivir una Navidad más íntima y familiar, mas verdadera. Es nuestra oportunidad de valorar lo que por ahora no se tiene, pero volveremos a desperdiciarla. Llegaremos al 7 de enero diciendo menuda Navidad de mierda, no hemos disfrutado nada. Y el Portal de Belén seguirá gritando a los cuatro vientos que volvamos la vista hacia él. Pero no será así. Estaremos demasiado ocupados añorando la tajá que cogimos la última Nochebuena. El ser humano es incorregible. Seguiremos hablando de esto, si me da tiempo. Aún es pronto para felicitarles, pero piensen que tenemos otra oportunidad de cambiar y ser mejores. No lo olviden. Cuídense mucho.