Por el mar corren las liebres

La opinión de Juan Miguel Alonso (24/11/2020)
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León
En la ceremonia de la confusión en la que vivimos , causa sonrojo y perplejidad la imagen de los coros y danzas del Sagrado Corazón del Niño Jesús gritando libertad , libertad en la corrala del Congreso frente a la nueva Ley de Educación.
Porque está súbita epifanía libertaria sólo se asienta en tres columnas de interés. A saber: El negocio económico de unos 6000 millones anuales que la Santa Madre no está dispuesta a que le toquen. Amén del otro pico que llega generoso y mensual a través del impuesto revolucionario e ilegal que las franquicias cobran a las familias, y que 30 años después nadie ha perseguido.
Dos: el poder y la influencia que devienen de la educación de amplias capas sociales y de las élites en particular. Y tres: el control clientelar de cientos de miles de puestos de trabajo, que administran arbitraria y discrecionalmente con dinero público.
Estos días, mientras propalan sin cesar bulos infames, como el cierre de los colegios de educación especial, uno recuerda aquella mañana fría de Septiembre del 2012 en la que la difunta Carrasco y sus palmeros cristianos y populares cerraron las puertas de la Residencia del Sagrado Corazón, aquí en León, a 60 niños con profundas necesidades de educación Especial. Se les aviso un viernes para que no fueran el lunes. Se les reubicó en colegios ordinarios con unas imaginadas aulas especiales, sin personal ni medios.
Ahora Silván presenta una moción en el ayuntamiento contra la Ley demoniaca. Os quemaréis en los fuegos del infierno, Toñín. Atentar tanto contra el octavo no puede quedar impune




