¿Es posible recuperar la economía en entornos rurales?
El doctor en Ciencias Económicas y Empresariales y columnista de Radio Albacete, Ángel Tejada, reflexiona sobre la situación económica de los pueblos

Firma opinión Angel Tejada 24 Noviembre
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Albacete
La despoblación de los entornos rurales es un hecho en nuestro país.
Las tendencias migratorias hacia las ciudades han provocado que poco a poco los pueblos se queden vacíos, las pequeñas ciudades se queden cada vez más aisladas y las grandes ciudades se masifiquen.
Esta tendencia tiene un efecto dominó puesto que a menor población menos servicios. Cada vez se hace más difícil poder vivir en muchos pueblos puesto que, además de no encontrar oportunidades de empleo, la oferta de servicios de comercio, ocio, educación y sanidad pierde sentido y ello, a su vez, supone más pérdida de empleo.
La crisis sanitaria provocada por la COVID-19 ha abierto una ventana para modificar esta tendencia. El confinamiento vivido y la forma de vida que tenemos han hecho que se haya disparado la búsqueda de casas en el medio rural.
Quizás el teletrabajo, que también ha llegado para quedarse, favorecerá esta tendencia.
Pero, unido a todo eso, debería de haber un cambio mucho más profundo para poder crear opciones de desarrollo económico y profesional para aquellos que elijan esa forma de vida en entornos rurales.
Tenemos que reinventarnos como sociedad, tenemos que buscar nuevos, o no tanto, nichos de empleo. En este sentido, la economía rural tiene una gran potencial para poder crear empleos que contribuyan al desarrollo sostenible y al crecimiento económico inteligente e integrador demandado por la Unión Europea.
En esa economía rural la industria agroalimentaria y ganadera podría desempeñar un papel fundamental para el desarrollo de determinados entornos rurales, complementada, lógicamente, con el sector turístico. Pero complementada, no sustituida. Si desde las instituciones se apostase por esa industria ello sería un pilar para poder asentar población y, por tanto, permitiría, a su vez, atraer más servicios que generarían nuevas oportunidades de empleo.
Si somos capaces de cambiar nuestra actual forma de organizar la sociedad y la economía, en la que vemos que los resultados no son ni mucho menos satisfactorios ni sostenibles, podremos dar la opción de que profesionales formados se puedan plantear desarrollar su actividad en los pueblos y en las empresas del mundo rural.
Si desde las administraciones no se dan las opciones para crear esas oportunidades, cualquier objetivo de evitar el despoblamiento de los entornos rurales será una mera quimera.




