A quién sentar en la mesa de Navidad
El tope de seis personas excluye de partida a los cuñados, no todo iban a ser malas noticias
"La línea roja" de Matías Vallés (26/11/20)
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Palma
En Navidad, la cantidad es calidad.
Una familia puede ser un ejemplo de unidad pero, si solo está compuesta por dos personas, decrece en la estima colectiva y en diciembre parece que le falta algo.
Hasta que llegó la pandemia, y el núcleo familiar ideal está compuesto por una persona, sin más.
Las celebraciones unipersonales tendrán un índice de contagios de cero, salvo que se descubra que el pavo también transmite.
A partir de dos personas empiezan los problemas y las sospechas, por lo que la reunión al calor del hogar exige más requisitos que una jornada de esquí en las pistas de Baqueira.
Además, el tope de consenso se encuentra en los seis comensales, una cifra exigua incluso en los tiempos en que el segundo hijo se considera un abuso de confianza en el futuro del planeta.
Surge así el problema de a quién sentar en la mesa de Navidad y, sobre todo, de quién decide la alineación titular.
El tope de seis personas excluye de partida a los cuñados, no todo iban a ser malas noticias.
Las reglas son muy fáciles, en Balears decide siempre la matriarca, y bajo ningún concepto se rompe una unidad familiar inferior para cumplimentar los seis invitados de la familia más global. Amén.
