"No hemos parado nuestras actividades para no dejarnos vencer por el virus"

Cádiz

La pandemia no ha detenido las actividades en la Fundación Cajasol. El presidente de este organismo, Antonio Pulido, presume de que la primera actividad desconfinada organizada en Cádiz (también en otras ciudades andaluzas) fue la inauguración de una exposición de su organización. "Nuestra consigna fue mantener las actividades, seguir haciendo cosas, para no dejarnos vencer por el virus".

En una entrevista en Radio Cádiz, durante el programa Encuentros de la SER, Pulido ha explicado que la pandemia recortó los ingresos de la Fundación mientras subía la demanda de ayudas de acción social, una de las cuatro áreas en las que trabajan junto a la formación, el emprendimiento y la cultura. "Hemos tenido que priorizar la acción social para atender necesidades básicas. Pero no hemos abandonado el resto, sobre todo, la cultura", ha explicado.

Pulido, con gran experiencia en entidades financieras, cree que esta crisis económica no podrá resolverse a corto plazo. "Esperemos que sea a medio plazo", ha dicho. Asegura que puede ser en unos cinco años. Confía en que la Fundación mantenga al menos los ingresos de 2020 (derivados del reparto de dividendos de las entidades financieras) y que no se cumpla el temor de que, derivado de la crisis por la pandemia, se ponga fin a este reparto de dividendos. "No quiero pensar en ese escenario", ha sentenciado.

Pulido mantiene su compromiso con el Carnaval de Cádiz, aunque no haya concurso el año que viene. Y ha revelado que no ha habido más conversaciones con el Ayuntamiento sobre el futuro Museo del Carnaval desde un encuentro hace tres años con el alcalde, José María González.

El presidente de la Fundación Cajasol cree que será buena la fusión entre Caixabank y Bankia, aunque eso suponga reducir oficinas y mermar las plantillas. "De no hacerse, las repercusiones serían peores", ha argumentado.

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Pulido repasó su vida a través de canciones como Rosas, de La Oreja de Van Gogh, Hijo de la luna, de Mecano, o Mediterráneo, de Serrat. Una vida iniciada en Castro del Río, en Córdoba, donde, desde niño, trabajo tras el mostrador de la tienda de ropa de su padre. "Allí aprendí a superar mi timidez". Recordó su accidentada comunión. "Me la pasé con un alfiler en el zapato y terminé llenando el traje de sangre". Y se acordó de su madre, Carmela. "Me protegía mucho como yo ahora protejo a los míos".