Dos meses sin luz en la Cañada
Programa especial de La Ventana de Madrid desde el centro de atención social de Cáritas en el sector VI de la Cañada Real
La Ventana de Madrid (10/12/2020)
38:55
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Madrid
A oscuras. Así viven desde hace dos meses los vecinos de los sectores V y VI de la Cañada Real, debido a los cortes de luz que sufre la red de la zona en plena pandemia. El circuito que proveía de electricidad a los habitantes sufrió una sobrecarga a principios de octubre y, desde entonces, la empresa Naturgy -a cargo del servicio- no ha vuelto a reabastecer a las más de 4.000 personas que habitan el lugar.
La situación de los vecinos es desesperante, tal y como contaban este jueves en La Ventana de Madrid, programa que se emitió en directo desde el centro que Cáritas tiene en pleno sector VI de la Cañada Real. La ausencia de suministro eléctrico deja a los vecinos no solo sin luz, sino también sin la posibilidad de calentarse, de conservar alimentos, o de mantener un ritmo de vida compatible con sus estudios o trabajos al caer la noche.
Estos cortes afectan especialmente a vecinas como Rashida, madre de seis hijos, que ha vivido durante el último mes y medio sin luz. "Es muy duro. Es prácticamente imposible duchar a los niños, que hagan los deberes, hacerles la comida. Tengo cuatro niños en el colegio y es imposible que estudien desde casa. Al no tener luz, no pueden hacer las tareas que les mandan los profesores, porque la mayoría son a través de Internet", asegura.
La vida de Rashida, al igual que la de sus vecinos, ha cambiado radicalmente tras los cortes de luz que la empresa Naturgy atribuye a sobrecargas en la red por masivas plantaciones de marihuana, hecho del que se hacía eco este jueves en el pleno de la Asamblea la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso. "Para tener los Porsches bien aparcados, bien. Pero para pagar las facturas, que es lo que está provocando esos cortes, no", decía la jefa del ejecutivo regional, algo que ha afectado profundamente a los vecinos de la Cañada Real. "Siento que es injusto. Aquí somos todos trabajadoras, luchadoras. Personas con hijos que solo queremos que salgan adelante. Sentimos impotencia. Nosotros estamos dispuestos a pagar, son ellos los que no nos lo permiten", comentaba Rashida.
Pero quienes más sufren la falta de luz en las casas son los más pequeños. Las familias coinciden en que la ausencia de electricidad impide que los niños puedan llevar con normalidad su día a día: desde los estudios hasta el ocio, cualquier actividad se complica en cuanto cae el sol.
Ahar, de 18 años, estudia magisterio en la universidad, y asegura que es imposible seguir con su formación en estas circunstancias: "Si ya era difícil estudiar aquí, los cortes de luz hacen que se complique todavía más. Es más, yo no he podido entregar mi último trabajo por culpa de esta situación. La base de nuestra sociedad es la educación. Nadie puede restringir nuestra libertad para formarnos, y, sin luz, está claro que lo hacen. No pueden pisotear nuestros derechos".
Sufren los pequeños, pero también los más mayores y enfermos, colectivos altamente vulnerables de la Cañada, como bien conoce Raquel, cuyo padre debe permanecer conectado a una máquina que le permita respirar. "Hemos tenido que mandarle a una residencia de urgencia. Mi padre tiene un enfisema pulmonar y secuelas por la covid-19. Necesita estar 17 horas al día enchufado a un respirador. Es desolador que tu propio padre te mire llorando y te diga que se está muriendo de frío".
Raquel reconoce que existen problemas de seguridad a raíz de las plantaciones de marihuana en la zona, aunque cree que este problema se generaliza y se aplica a toda la población: ya no solo por parte de otros madrileños, sino también de las instituciones. "Es injusto que nos metan a todos en el mismo saco. Nadie nos da una explicación. Cada uno nos dice una cosa diferente, pero nadie ofrece soluciones", afirma.
Esa imagen, la de la droga, la de la delincuencia, fomenta que quienes ahí viven se vean constantemente discriminados, como reconoce Pablo, un trabajador de Cáritas que se encarga de ayudar a las familias de la zona en labores cotidianas: desde el acompañamiento a los padres hasta el refuerzo escolar con los niños. "La educación es fundamental para alcanzar la igualdad de condiciones. El mercado laboral exige un nivel de formación alto, y aquí los niños no están en igualdad de oportunidades", dice.
Precisamente por ello, vecinos y asociaciones han unido fuerzas para acercar esta realidad a las instituciones, tal y como reconoce Blanca Gómez, una abogada que lucha por los derechos de las familias que viven en la Cañada Real. "Hemos presentado una denuncia al Defensor del Pueblo, pero también a otras instituciones como el Comité de Derechos del Niño. Hay 1.812 menores de edad que llevan casi dos meses sin luz. En cualquier situación en la que haya de por medio un niño, lo primero que hay que mirar son sus intereses; y aquí tenemos cientos de niños a los que se está dejando de lado", argumenta Gómez, que recalca cómo las instituciones hacen oídos sordos ante las carencias de estos menores.
Diego, padre de uno de los niños afectados, coincide con esa visión, que relata lo duro que es tener que explicar todo este problema a su hijo: "Cada vez que mi niño me pregunta por qué estamos en esta situación trato de contárselo de la manera más cercana y sencilla posible. Pero él no para de hacer preguntas. No entiende cómo puede ser que, a diferencia de sus compañeros de clase, él no pueda hacer sus tareas o jugar por las noches por la falta de luz. Es muy duro ver cómo un niño de nueve añitos te hace preguntas que ni un adulto es capaz de responderse".