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José Carlos Ruiz

Soy estoico porque el mundo me ha hecho así

"Soy estoico porque el mundo me ha hecho así". Firma de opinión de José Carlos Ruiz

"Soy estoico porque el mundo me ha hecho así". Firma de opinión de José Carlos Ruiz

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Córdoba

 “Yo soy rebelde

porque el mundo me ha hecho así,

porque nadie me ha tratado con amor

Jeanette

Podría continuar: “porque nadie me ha tratado con amor”, pero me temo que estaría mintiendo. Según las tendencias de google, en diciembre de 2018, el término “estoicismo” andaba en 33 puntos de interés de búsqueda, y se había mantenido por debajo de 50 desde el año 2008. Sin embargo, en mayo del 2020, en pleno auge del coronavirus, la estadística reflejó 100 puntos y a día de hoy, estamos en 75, es decir, casi se ha triplicado el interés por el estoicismo

Gráfico de Google / Cadena SER

Ya sé que es una simple búsqueda en google, pero me gustaría teorizar sobre el auge del estoicismo que de un tiempo a esta parte se revela como un tema recurrente en boca de celebrities, coaches y manuales de auto-ayuda.

Creo que muchos factores confluyen para que esto ocurra, pero el principal es la falta de una pedagogía del sufrimiento. En los últimos años, hemos estado muy ocupados tratando de empoderarnos, subiéndonos al carro del optimismo, maximizando cada faceta de nuestra vida (profesional, familiar, deportiva,…) y ocultando el dolor de la esfera pública, a la vez que inundábamos las redes sociales de buenrollismo y haters.

Y cuando el dolor se presenta, sucumbimos al sufrimiento o la química, que hace las veces de bálsamo. No es de extrañar que acudamos al oráculo “google” en busca de recetas. Me pregunto si no hubiese sido más fácil acercase a nuestros abuelos, o a nuestras madres, por ejemplo, y escuchar de ellas, en vivo y en directo, cómo sobrellevaron el dolor cuando salían a la vendimia durante meses en busca de un jornal, o reventaban a trabajar con pluriempleos para poder llega a fin de mes, o cómo se enfrentaban al hambre o al frío cuando la escasez apremiaba. A muchas de ellas la vida les encaminó al estoicismo, al igual que a Zenón de Citio, que después de perder todos sus bienes, se decantó por fundar la escuela estoica, o a Cleantes, su discípulo, que para ganarse la vida había sido boxeador y por la noches trabajaba cargando piedras.

Asistimos a un descrédito de lo cercano, obviando las enseñanzas vivenciales de los nuestros, en favor de los referentes virtuales, a los que legitimamos en pos de su popularidad. Pero para aprender estoicismo no hace falta tanta fanfarria, basta con poner el foco cerca y atender a pequeños detalles, como cuando mi abuela apagaba la luz siempre que salía del cuarto, o esas sobras que se reciclaban para hacer ropavieja porque en casa no se tiraba comida, o la codera que se ponía al chándal para aprovecharlo, o las bolsas de ropa que se llevan a Cáritas para donarlas,.. Eran micro-resistencias estoicas que trataban de enseñarnos a vivir dignamente, aún sabiendo que bien podríamos habernos comprado un chándal nuevo, o tirar de menú diario en el restaurante de turno, o dejar la luz encendida.

La primera virtud que postulan los estoicos es la Sabiduría, y se me ocurren pocos lugares mejores para extraerla que las vivencias de nuestros mayores. Muchos de ellos llegaron al estoicismo “porque la vida los hizo así” y ahora es nuestro turno para “tratarlos con amor”.

 
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