"Todos los días es Navidad": el mensaje de un superviviente de COVID-19 tras 8 meses ingresado, cinco en UCI

Asturias

A lo largo de 2020 han sido miles las vidas que se han visto sacudidas por el coronavirus. Algunas personas se han quedado por el camino en la batalla y otras han conseguido ganar la guerra. En este segundo grupo se encuentra José Pedro Hernández, un asturiano que ha pasado la friolera de ocho meses ingresado por COVID-19, cinco de ellos en una unidad de cuidados intensivos.

Para este extremeño de nacimiento pero asturiano de adopción, la vida cambió en el mes de marzo. "Notaba que mi padre estaba triste, cansado pero llegó la hospital y en 20 minutos nos llamaron para decirnos que estaba muy grave y que iba directo a la UCI. Le provocaron un coma inducido para intubarlo. Durante los dos primeros días no daba positivo en las pruebas pero luego, deduzco, que detectaron que tenía una carga viral bastante fuerte". Quien habla es una de sus hijas, Yolanda Hernández. 

Ahora José Pedro empieza una nueva vida. Esta semana ha estado en el logopeda, aunque no será hasta después de las fiestas cuando comiencen con un largo trabajo por delante. Entre las secuelas ha quedado una traquiotomía. "Tiene que ir muy despacito y va a necesitar mucho tiempo para poder tragar, luego será el habla. Lo más importante es trabajarlo y la logopeda nos dijo que seguramente podrá con todo", ha explicado en SER Gijón. Es precisamente lo que más echa de menos. "A veces tiene muchas ganas de hablar. Hay días que está muy contento y otros, por ejemplo cuando no le entendemos, que tiene bajones. Dice que necesita hablar y comer", ha relatado. 

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Durante estos ocho meses la familia lo ha pasado "muy mal. Ahora vas entendiendo cosas del coronavirus pero cuando nos dijeron que estaba muy malo fue un fracaso porque no entendíamos nada. Todavía no vivíamos el concepto de la enfermedad como algo tan grave". En este tiempo, su hija apunta que nunca arrojaron la toalla, aunque sí se les pasó por la cabeza que igual su padre no ganaría la batalla al virus. La clave para no venirse abajo estuvo en el apoyo entre hermanos. "Si me daba bajón, mi hermano José me animaba y me daba esperanza recordándome que papá era muy fuerte y había días que al revés, era yo quien animaba a él. Siempre nos dimos apoyo emocionalmente porque fue muy complicado. Recuerdo que los quince primeros días no entendía las razones por las que pasaba esto".

Ahora, dentro de lo que cabe, la vida les sonríe. José Pedro cumplió durante el ingreso 75 años y se perdió que su nieta mayor se sacaba el carnet de conducir. A cambio ha podido pasear con ella. "El domingo conseguímos salir y dar un paseíto por Salinas. Poco a poco", ha añadido. Lo que de momento no quiere es consumir información sobre el virus. "Le encantan los programas y el deporte pero si que es verdad que en el momento que llegan las noticias cambia de canal, no lo soporta. Ha pasado por la enfermedad pero lo quiere dejar de lado, no le gusta hablar del tema", ha apuntado Yolanda. 

Para la familia Hernández estas Navidades serán especiales porque el patriarca está en casa. Sin embargo, aclara que "sin hacer nada del otro mundo. Mi padre dice que todos los días es Navidad y que hay que celebrarlo a diario". Las imágenes vividas en los últimos tiempos con grandes aglomeraciones también dejan una reflexión para ella. "Tendríamos que ser cada uno responsable de lo que hacemos y no tendría que haber nadie por detrás diciéndonos qué hay que hacer. A la gente que no le da importancia al virus, le pediría que piense un poco en los enfermos y les diría que entraran en una UCI para que vean lo que hay. Todavía recuerdo la primera vez que entré a ver a mi padre, fue lo peor que me pudo pasar en esta vida. Entiendo que es Navidad y tenemos que estar unidos pero hay muchas formas de hacerlo. Que nunca nos falte una ser querido porque ahí nos daremos cuenta del daño que estamos haciendo".