Rectificar es de sabios

Lopetegui y los suyos han rectificado pronto. Tres días después del correctivo del Valladolid y del tremendo enfado de los aficionados, el entrenador planteó concienzudamente un partido ambicioso, para jugar en campo contrario en todo momento, sin ceder metros al rival y, así, de principio a fin, fue muy superior al Valencia.

También es cierto que se repite la historia de esta temporada. Si el encuentro está empatado en la recta final, marca el Sevilla. Lo hizo Suso. Buena salida del balón de Rakitic, pase extraordinario de Jordán, recorte y trallazo del gaditano con poca oposición del portero.

Sin embargo, a diferencia de otros partidos, el Sevilla no dio un paso atrás con el gol. Buscó el segundo, mantuvo lejos de la portería al Valencia y hasta prefirió sacar un corner al área, cuando podía perder tiempo. Es evidente que Lopetegui se ha esmerado en corregir un defecto que enerva a sus seguidores.

Durante todo el partido, el equipo sevillista tuvo esa intención. Salió con fuerza, fútbol y energía para buscar la portería contraria. Sin demasiado picante, porque a la sequía de Ocampos hay que sumar que De Jong no está ofreciendo su mejor versión. El gran peligro del Valencia, su contraataque. Tuvo varias llegadas inquietantes y, especialmente, un tiro de Chesyshev en el último suspiro de la primera mitad.

Con más intensidad comenzó la segunda parte y, además, el cambio de En-Nesyri creó todo el peligro y la incertidumbre que no tuvo el equipo con De Jong. Pudo marcar en un lanzamiento que se le marchó muy alto, en un cabezazo espectacular a centro de Aleix, que había sustituido a Navas, y en un tercer remate con marcador a favor.

Murió el partido en campo contrario. Una actitud y una victoria para el perdón de un equipo que defraudó en el partido anterior, pero que sigue enganchado a todo. El debate sobre el entrenador o la planificación no terminará nunca, aunque, en el largo recorrido, lo suelen ganar Monchi y Lopetegui.