Perder con los nuestros
A Coruña
Buenas tardes, queridos oyentes. Si están escuchando mi voz hoy, 22 de diciembre de 2020 es que no me ha tocado la lotería. Imagino que si me están escuchando también es probable que a ustedes tampoco les haya tocado. ¿Estarían acaso escuchando la radio sabiendo que son un poco menos pobres que hace unas horas?
Como no me ha tocado, hago lo que todo el mundo: darme cuenta de lo que podría haber comprado con el dinero que he gastado en décimos. En mi caso no ha sido mucho, solo he comprado dos décimos que además han sido los décimos de la envida preventiva, es decir, los que compras en el trabajo por pura presión social, para que no seas el único pringado que se quedó sin premio.
¿Puede haber algo peor? ¿Se imaginan que ocurriese eso en su entorno? Todos sus amigos, familiares y compañeros de trabajo celebrando con cava la lluvia de millones, haciendo el jíbaro en televisión frente a la administración de lotería y ustedes en casa pensando: me cago en mi estampa, que estamos a 22 y ya estoy pelao.
En realidad compramos lotería por no quedarnos atrás, por no ser unos perdedores, que es, precisamente, lo que acabamos siendo cada año cuando vemos que el premio gordo ha caído en cualquier otro sitio excepto en nuestra zona. Acaba la jornada y pensamos: el año que viene no juego. Pero tanto ustedes como yo sabemos que volveremos a caer, porque no nos podemos permitir no tener la oportunidad de volver a perder con los nuestros. Qué duda cabe.