Julián Prieto, sintecho: "Lo primero que tengo que hacer es perdonarme yo mismo"

Palencia

No todos tienen un hogar para pasar estos días tan especiales de Navidad, aunque en su día lo tuvieron. Es el caso de Julián Prieto, un sintecho natural de Luarca, Asturias, que se ha convertido en uno de los rostros más reconocibles de la calle palentina. Cada día se levanta en torno a las cinco de la mañana y no se limita a pedir limosna. "Me levanto todas las mañanas con ganas de saludar a los señores de la limpieza y al señor del quiosco al que ayudo", asegura un sonriente Julián que, a pesar de su situación, asegura sentirse como en Asturias de lo bien que le tratan los palentinos.

Julián, según afirma, fue encargado de una de las empresas de restauración más importante de Asturias a la que espera volver en 2021. "Cuando metes la pata y tienes cinco hijos con varias mujeres, te echan de casa y llegas a esta situación". En 2021 espera volver a su tierra, a su antiguo trabajo. "No saben que estoy en la calle pidiendo "por el daño que he causado".

Llegan los rigores del frío. "Tengo un nórdico y dos mantas", añade este sintecho que cada noche, a eso de las diez, se acuesta al refugio de los soportales frente a la iglesia de San Pablo. "Los vecinos se encargan de que no pase frío". De hecho, afirma que ha sido invitado a una casa para pasar este 24 de diciembre. "Van a ser unos días duros y lloraré", asevera. Sin embargo, su situación se ve paliada por el cariño de los palentinos que según Julián, "son más cerrados de partida que los asturianos; pero cuando te acogen, son igual de amables". Afirma además que "todos los días la Policía Local y la Policía Nacional se interesa por mi estado de salud". Destaca el trabajo que hacen estos cuerpos y los sanitarios.

Julián no es de ir al albergue. Prefiere la independencia y tranquilidad de una soledad que no es tal porque siempre hay alguien que se dirige a él para interesarse por su estado o para mantener una charla. "He salido hasta en el programa de Comando Actualidad", subraya luciendo una sonrisa de satisfacción. El pasado mes de agosto, Julián sufrió un incidente que le pudo costar la vida. Dos mujeres le salvaron. Frenaron a un hombre que le apuñaló. Fue en el marco de una discusión con otro sin techo con arma blanca de por medio. La intervención de las mujeres que apartaron al agresor fue proverbial. Ahora Julián pasa las navidades en la calle y lo hace sin perder la sonrisa. Dice que es gracias a la amabilidad y atención de los palentinos. Aunque parezca una contradicción, en Palencia ha encontrado su segunda casa.