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"Tenemos siete mesas y seis trabajadores"

Ciudadanos, comerciantes y restauradores valoran las nuevas restricciones

Terraza de la pastelería Tudurí en la calle Blanquerna de Palma, este lunes por la mañana. / Cadena Ser.

PALMA

Las nuevas restricciones en Mallorca han suscitado nuevamente polémica entre ciudadanos, comerciantes y restauradores. En la Ser hemos salido por Palma esta mañana para ver cómo se han recibido estas nuevas medidas en la calle. 

Los ciudadanos, por lo general, critican la relajación social. Dicen que, tras meses de limitaciones, muchos se han cansado y han bajado la guardia, lo que provoca el aumento de contagios.

En cuanto al acierto en el adelanto del cierre comercial y de la restauración, división de opiniones. Hay quienes consideran que las medidas llegan tarde y que tendrían que ser incluso más duras. Sin embargo, otra parte de la población las aplaude y las considera necesarias para bajar contener el avance de los contagios.

"La responsabilidad ciudadana no va a responder", sentencia Carmelo, un vecino de Palma. Sin embrago, Yasmina opina que las nuevas restricciones "son necesarias de momento, sobre todo ahora con la cepa nueva". "Lo que se pueda evitar, mucho mejor".

"Yo pienso que, realmente, ya estaba bien como estaba. Si se consume en la terraza, con todo controlado, no veo problema en que se haga hasta un poco más tarde", dice Miguel, un joven palmesano y pone en cuestión la eficacia de las medidas en Baleares: "Con las restricciones que están poniendo, cada vez más y más, aún así, hay más contagios".

Isabel también las pone en cuestión: "No van a funcionar, porque la gente va a ir a comprar antes, yo me incluyo. Y el bus estaba lleno ahora mismo, o sea, que no creo que la situación mejore mucho".

Y Mateu, un hombre mayor, señala que las restricciones han de tener en cuenta la economía, pero recuerda: "No tiene que ir en detrimento de la sanidad. Eso es lo número uno, es la vida".

Los más perjudicados, sin duda, van a ser bares y restaurantes, que tendrán que cerrar a las seis de la tarde a partir de mañana. Los restauradores piden ayudas directas, porque, dicen, no pueden más. Baja la caja y se avecinan más ERTE, porque no hay trabajo.

Marcos, encargado de la cafetería Tudurí, explica: "Nos afecta de 18h a 20h. Son cuatro horas menos y la gente no alcanza a venir cuando acaba su jornada laboral. Solo tenemos siete mesas y seis trabajadores. Tendremos que reducir la plantilla drásticamente".

Los comerciantes, por su parte, aseguran que casi no les afecta el cierre de la actividad comercial a las 20h.

Isabel, propietaria de la tienda de ropa Bona Pell sostiene que, de todas formas, no hay ventas: "Nuestro horario normal es a las ocho, pero es que no estamos vendiendo nada, igualmente. Da lo mismo el horario de cierre. La gente no se pasea, la gente tiene miedo y cada vez que hay normas nuevas, tienen más miedo. Está la cosa súper mal".

Escepticismo, de momento, en las calles ante la efectividad de las nuevas restricciones y a la espera de que empiece de una vez a bajar la curva para que se normalice dentro de lo posible la situación.

 
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