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CALLEJEANDO

Vivir entre embarcaciones

De la calle del Submarino a la del Acorazado, decenas de calles de Campanar y Marxalenes fueron rotuladas entre los años 60 y 70 con singulares nombres de embarcaciones

Luis Fernández callejeando por la ciudad

Luis Fernández callejeando por la ciudad

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Valencia

El boom inmobiliario que se desata en España a mediados de los sesenta no da tregua en València. Centenares de vías públicas se abren paso a tal velocidad durante esta fiebre constructiva que no da tiempo a darles un nombre. Además, esta situación se ve agravada por los nuevos planes parciales de ordenación proyectados a partir del Plan General de València Adaptado a la Solución Sur, basados en polígonos de edificación abierta formados por bloques aislados de viviendas que, respecto a una manzana típica del ensanche, multiplica el número de calles. Dispuestas como cajas de zapatos, se levantan multitud de fincas en todos los barrios de la ciudad, y entre ellas pequeñas vías que el Ayuntamiento no alcanza a denominar. En 1968 la Comisión de Cultura contabiliza hasta 200 calles sin nombre en la ciudad de València.

Ante la necesidad de una nomenclatura para poder domiciliar y registrar la ingente cantidad de viviendas con una referencia catastral concreta, el Jefe del Negociado de Acción Cultural, el filólogo y crítico literario Rafael Ferreres Ciurana, propone que se rotulen las calles con nombres intrascentes como podrían ser por ejemplo: nombres de alquerías de la huerta, hornos antiguos, accidentes geográficos de la huerta, clases de navíos o embarcaciones, picos de montes del reino, fauna y flora típicas valencianas.

La propuesta fue rápidamente acordada y de manera fulminante empezaron a sucederse, por orden alfabético, decenas de expedientes de rotulación de calles con nombres insólitos hasta entonces. Por abrumadora mayoría e influenciados por la afición náutica de uno de los funcionarios, las denominaciones de navíos y embarcaciones capitalizaron la nueva toponimia intrascendente de la ciudad: Acorazado, Balandra, Batel, Bergantín, Calarredes, Canoa, Cañonero, Carabela, Carraca, Cayuco, Corbeta, Crucero, Destructor, Dragaminas, Esquife, Falúa, Falucho, Fragata, Gabarra, Galeón, Galera, Goleta, Guardacostas, Motonave, Patache, Petrolero, Portaaviones, Portahelicópteros, Remolcador, Rompehielos, Submarino, Torpedero, Trainera, Transatlántico, Trirreme, Yate o Yola fueron algunos de los nombres propuestos para denominar las innumerables calles que se estaban urbanizando, sobre todo entre los bloques de edificación abierta de los barrios de Campanar y Marxalenes bajo el Plan General de València adaptado a la Solución Sur de 1966. Algunos de estos nombres, como el de portaaviones o portahelicópteros, fueron considerados demasiado extravagantes por la propia comisión y se descartó su rotulación, pero la mayoría de ellos pasaron a formar parte del nomenclátor de la ciudad.

 
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