Sociedad

La 'freeparty' de Llinars: 40 horas de música, alcohol y drogas sin medidas de seguridad antiCOVID

Unos 400 participantes de la rave, venidos desde varios países de Europa, desafiaron durante 40 horas las bajas temperaturas (-5 grados marcaba el termómetro por la mañana) bailando al ritmo de música electrónica que retumbaba a través de potentes altavoces, que trasladaron en camiones y furgonetas. Ni mascarillas, ni gel, ni ninguna medida de seguridad

40 horas de música, alcohol y drogas sin medidas antiCOVID: así fue la rave de Llinars

Vídeos grabados por la SER durante las 40 horas que se tardó en desalojar la rave de Linars que incumplía todas las medidas de seguridad anticovid. / ANNA PUNSÍ

Llinars del Vallès

Era fácil colarse caminando entre campos por cualquiera de los boquetes de la nave abandonada de Llinars del Vallès, una antigua alfarería, situada muy cerca de una carretera local y a pocos kilómetros de la autopista AP-7. Unos 400 participantes de la rave, venidos desde varios países de Europa, desafiaron durante 40 horas las bajas temperaturas (-5 grados marcaba el termómetro por la mañana) bailando al ritmo de música electrónica que retumbaba a través de potentes altavoces, que trasladaron en camiones y furgonetas. Ni mascarillas, ni gel, ni ninguna medida de seguridad. Un cartel escrito a mano colgado al lado de una barra improvisada rezaba: "En este momento, la freeparty es un símbolo de libertad y vida. El sistema no funciona. Hora de salir".

Consumieron alcohol y drogas, y mucha agua para rebajar los efectos de las substancias. Una calavera gigante adornada con un gorro de Papa Noel amenizaba la rave junto a focos de colores y una sofisticada instalación que hacían funcionar con grupos electrógenos. La fiesta empezó el 31 de diciembre a las 21:30 y los camiones, coches y caravanas colapsaron los accesos a la nave. Por eso, todo el mundo se pregunta cómo puede ser que nadie se diera cuenta antes de la que se estaba organizando. El jefe de los Mossos, el mayor Josep Lluís Trapero, reconoció tras el desalojo que habían fallado en detectar la rave pero añadió que "no vivimos en un estado policial donde la policía lo controla todo".

Los de la rave bailaban a su rollo, ajenos al mundanal ruido de las redes sociales, mientras la indignación crecía por la irresponsabilidad sanitaria de estas personas y por la lentitud del gobierno catalán en poner fin a la fiesta desenfrenada. Los responsables de los locales de ocio nocturno se comían las uñas viendo como ellos lo tienen todo cerrado a cal y canto por orden gubernamental mientras nadie hacía nada en el jolgorio de Llinars.

Cuando la rave llevaba 23 horas con la música a toda castaña, la Consellera de Salud, Alba Vergés (ERC) envió un mensaje a su homólogo de Interior, Miquel Sámper (JxCat) pidiéndole información y explicaciones sobre la fiesta ilegal y la tardanza de los Mossos en actuar. Sàmper le llamó al cabo de 15 minutos y se sacó un conejo de la chistera: pidió a Vergés si debían actuar bajo algún protocolo sanitario antes de desalojar la nave teniendo en cuenta que ahí había 300 personas que podían representar un problema en el exterior. Muchos de los raveros ya se habían movido con facilidad entrando y saliendo del recinto para ir a comprar, por ejemplo, a un supermercado cercano. La Consellera de Salud contestó la petición con una orden clara: identificad a los participantes y los sancionáis.

El director de los Mossos, Pere Ferrer reconoció tras el operativo que tenían que actuar con garantías y que "no podían improvisar". Contó sin decirlo abiertamente que les faltaron efectivos para desalojar la rave el día 1 ya que 3.000 policías habían estado trabajando durante toda la noche de Fin de Año. El jefe de la policía, el mayor Trapero añadió que había sido "un problema grave pero no urgente y que se debía hacer bien con toda la información del sitio y de los participantes".

Uno de los últimos en abandonar la fiesta. / ANNA PUNSÍ

Pasó una segunda noche de música electrónica y descontrol en la nave hasta que a las 12 del mediodía del 2 de enero, 40 horas después, los Mossos entraron con unas 25 furgonetas de los antidisturbios hasta el interior de la fiesta y los altavoces se apagaron. Una chica con los senos descubiertos se convirtió en la imagen del desalojo. La falta de sueño y el consumo de substancias estupefacientes se notaba. La policía los quería así; cansados y somnolientos para llevar mejor la actuación y evitar que el operativo se convirtiera en un problema de orden público.

Los agentes identificaron y sancionaron a 214 personas, 100 de nacionalidad española y el resto de varios países europeos: Francia, Italia, Luxemburgo, Austria, Holanda, Alemania... y detuvieron a dos presuntos organizadores a quiénes imputan por un delito grave de desobediencia y a quién quieren acusar también de un presunto delito contra la salud pública. Han quedado en libertad con cargos este lunes tras declarar antes el juez de Granollers. A primera hora de la tarde del día 2 de enero ya no quedaba gente en esta nave. Algunos de ellos se movieron con sus casas andantes a otros puntos cercanos, a la espera de regresar a sus países.

40 horas de fiesta
 
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