
Rafael Nadal no se pelea
La resolución de conflictos a la balear se basa en la discreción
Buenos días. Ustedes y yo no nos hemos peleado nunca.
Quiero decir que no hemos exteriorizado nuestras diferencias, porque desde luego que en más de una ocasión les habré irritado hasta el punto de sacarme la tarjeta roja, y castigarme a un día sin escuchar este comentario.
Espero no haber recibido nunca más de un día de sanción por su parte.
Un gurú nos recomendaría que nos dijéramos las cosas abiertamente, incluso con ruido y exteriorizando nuestras diferencias casi con violencia.
Sin embargo, la resolución de conflictos a la balear se basa en la discreción.
Lo he redescubierto en las numerosas entrevistas de corte intimista que ha ofrecido Rafael Nadal recientemente.
El campeón de trece Roland Garros no se pelea.
Nadal confiesa que prefiere esperar a que pase la tormenta, incluso en el ámbito de alto riesgo de la pareja.
Cuando nosotros nos resistimos al enfrentamiento, nos señalarán que esta falta de combatividad explica nuestro fracaso generalizado, pero nadie se atrevería a llamar fracasado a Nadal.
El tenista ha restaurado pues un ritual tan autóctono como un baile tradicional.
El tiempo todo lo cura, y lo que no cura no tiene remedio. O no era un problema para empezar.
